5 consejos antes de subir tu empresa a la nube

Estar en la nube se está convirtiendo en requisito indispensable para toda empresa que se precie pero, ¿cómo debería ser el proceso de preparación previo?

Todos los analistas coinciden en señalar el “cloud computing” como una de las tendencias a tener en cuenta para el presente curso fiscal, y años venideros, a pesar de las reticencias que persisten en las compañías por motivos regulatorios y la crisis económica mundial. El paso del modelo físico tradicional a las plataformas con corazón online entrega, entre otras muchas cosas, nuevas formas de colaborar entre empleados y empresas asociadas en cualquier momento del día desde cualquier ubicación geográfica. Y esto es posible incluso, o muy especialmente, utilizando dispositivos móviles como los populares smartphones y las igual de exitosas tabletas. Dicha transición no requiere de la adquisición de un hardware especial ni de instalaciones de determinados programas de software para convertirse en realidad. Además, ofrece notables beneficios, como puede ser el ahorro de dinero y espacio, ya que se paga sólo por lo que se usa y se favorece un escalamiento de la plataforma “on-demand”.

Eso una vez que ya se ha adoptado un sistema de computación en la nube pero, ¿cómo debería ser el proceso de preparación anterior, tanto para empresas modestas como para grandes corporaciones? En Silicon News lo hemos resumido en cinco sencillos pasos que, combinados, facilitan un cambio suave entre paradigmas:

1. Busca, compara y si encuentras algo mejor… Como cualquier movimiento empresarial, la de lanzarse al mundo del cloud computing no debe ser una decisión tomada a la ligera. La primera pregunta que el dueño de una compañía o un responsable de TI debe hacerse ante esta situación es “¿Necesita mi negocio subirse a la nube?” y, después, reflexionar para qué va a utilizar estos recursos y cuáles son las ventajas que piensa obtener. Una vez que haya decidido dar el paso adelante, tendrá que buscar un proveedor de confianza, por lo que siempre beneficiará contratar los servicios de una compañía con la que ya exista algún tipo de colaboración previa. O, en su defecto, informarse en páginas oficiales, blogs especializados y experiencias de personas conocidas. También habrá que optar por un modelo específico de nube: privada, pública o híbrida. Es recomendable armarse de paciencia y recordar que este proceso es vital y lleva su tiempo, ya que no se trata de cerrar los almacenes físicos de la organización de la noche a la mañana, sino de elegir la plataforma que mejor se adapte a tus necesidades.

2. Estudia las cláusulas en profundidad: En esta toma de contacto inicial también es esencial leerse los contratos y condiciones de servicio al detalle, para cerciorarse de que se cumplirán una serie de garantías básicas, desde la compatibilidad con dispositivos gobernados por cualquier sistema operativo hasta la disponibilidad las 24 horas de los 7 días de la semana, pasando por los costes totales de propiedad y los gastos mensuales en base al número de usuarios admitidos o de megas consumidos. Otras cuestiones a tener en cuenta son las cláusulas de confidencialidad y tratamiento de datos, la titularidad última de la información, el calendario de actualizaciones y las garantías del servicio técnico, la velocidad media del servicio, las capacidades multiusuario, la escalabilidad, las posibilidades de personalización y monitorización del rendimiento, y la capacidad de respuesta ante contingencias. Y, sobre todo, si sigues con dudas tras repasar el contrato con lupa, no tengas miedo de pedir una aclaración de los puntos opacos tantas veces como sea necesario.

3. Prioriza y acertarás: Una incertidumbre muy común a la hora de abrazar los preceptos del cloud computing es determinar qué áreas de la empresa utilizar como avanzadilla y cuáles otras seguir controlando tradicionalmente. Intentar migrar todas las partes del negocio desde el principio o desarrollar una infraestructura que lo englobe todo de repente no es lo más idóneo, ni mucho menos lo más sencillo. Al contrario, tendrás que diferenciar entre actividades estratégicas, las que generan más valor de negocio o tienen mayor potencial de crecimiento y las menos relevantes, pero también entre las que se pueden beneficiar de someterse a un modelo cloud y las que se deberían mantener al margen por sus requisitos inherentes, si quieres culminar con éxito los objetivos marcados. Y, en consecuencia, realizar una transición gradual a la nube que garantice un servicio acorde con las políticas de tu empresa.

4. Nunca, nunca, des la seguridad por garantizada: Volcar información en la nube hasta desentenderse de documentos en papel o sus correlativos en el propio disco duro del ordenador es un hábito cómodo, pero también puede calificarse como una temeridad. Muchos usuarios se están acostumbrado a sincronizar dispositivos gracias a las plataformas cloud de los distintos proveedores, olvidándose de realizar las tradicionales copias de backup, crear su propio sistema de cifrado y utilizar contraseñas fiables. Esto es, passwords que surjan de la combinación larga de números, símbolos y letras, mayúsculas y minúsculas, que no estén repetidas en otros servicios, que sean conocidas únicamente por ti y que no resulten fácilmente adivinables. Otras opciones para prevenir sustos innecesarios son optar por un sistema de autenticación doble a la hora de conectarse y renunciar al enlace de cuentas personales ya existentes, bien sea en redes sociales o a través del correo electrónico.

5. ¿Ya eres virtual?: Junto a la explosión del cloud computing existe el tema de la automatización y la virtualización de infraestructuras, que también ha superado el punto de no retorno. Y que sirve de trampolín para colgarse de la nube. Esta tecnología te permitirá, por ejemplo, disponer de varios servidores con características muy diversas y que todos ellos puedan compartir recursos pero instalando físicamente una sola máquina. Todo gracias a la abstracción de las capas de hardware y software, para que ambas operen de forma independiente. Y con el ahorro de costes, la flexibilidad y la mejora administrativa que dicha práctica conlleva, entre algunas de sus múltiples consecuencias. La computación en la nube no es una moda pasajera que vaya a desaparecer de aquí a unos meses, así que debes considerar cualquier paso que se dé hacia su implementación como una buena inversión a largo plazo.

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