A fondo: El Internet de las Cosas, un objeto de deseo, captación y lucro

ARM es tan sólo la última compañía adquirida por su potencial para dominar el segmento IoT.

La conversión del mundo en una inmensa red de dispositivos conectados no tiene vuelta atrás. La inteligencia no será, con el paso del tiempo, una propiedad exclusiva de los seres humanos. Los dispositivos electrónicos también tendrán capacidad suficiente como para relacionar datos, tomar decisiones, adaptarse a la circunstancias, llevar la iniciativa y casi, casi, pensar por sí mismos. Todo gracias a su conexión a Internet. Entre cosas orientadas al consumo y cosas empresariales, 2015 terminó con más de 4.900 millones de cosas conectadas. A lo largo de 2016 se conseguirá rozar los 6.400 millones, tras crecer el Internet de las Cosas (o IoT) a un ritmo de 5,5 millones de nuevas cosas conectadas cada día. Y en 2020 el número final será de más de 20.000 millones. Y es que la consultora Gartner, que es la que aporta todas estas cifras de instalación, cree que entre unas y otras partes del mundo, entre unas aplicaciones y otras, acabaremos llegando a las 20.797 millones de unidades en tan sólo cuatro años.

Pero no es sólo Gartner la que tiene altas expectativas. Juniper Research cree posible llegar incluso a 38.500 millones de dispositivos conectados en 2020. Y Cisco IBSG apuesta por los 50.000 millones. Según IDC, el gasto vinculado al Internet de las Cosas alcanzará nada menos que 1,7 billones (sí, con b) de dólares en 2020, cuando hace un par de años “apenas” se situaba en 656.000 millones. Para 2019 ya habrá superado el primer billón. En estos momentos, se estarían gastando unos cuantos cientos de millones de dólares anuales, más de 348 millones, en concepto de seguridad para IoT. Ese gasto seguirá en crecimiento, al igual que deberían hacerlo las inversiones. En los doce últimos meses, en base a datos de Vodafone, el 89 % de las empresas mejoró sus presupuestos IoT. Tres cuarta partes son conscientes de que este fenómeno será crítico para triunfar. Hasta 7 de cada 10 organizaciones confían en que va a generar nuevas oportunidades de negocio, de acuerdo con Schneider Electric. Y 451 Research asegura que el 65 % usa hoy por hoy Internet de las Cosas con fines empresariales, mientras que Strategy Analytics calcula que es un 70 % el que ya lo ha implementado, de alguna u otra forma.

El Internet de las Cosas crecer y crece. Y los números hablan por sí solos. Al igual que lo hacen los 31.400 millones de dólares que SoftBank está dispuesta a pagar para hacerse con los activos de ARM Holdings. La transacción está pendiente de ser completada, pero las intenciones son claras. ARM continuará existiendo, a pesar de la adquisición, en forma de empresa independiente. Su sede no se moverá de Cambridge, mostrándose como el referente británico que es. Tanto la marca como la forma de hacer negocios y el equipo directivo y de gestión actuales serán respetados. Lo que sí se pretende es aumentar la plantilla de ARM, tanto dentro como fuera del Reino Unido, donde debería duplicarse de aquí a cinco años. Para ello, SoftBank pagará primero más de penique y medio a los accionistas de ARM por cada una de sus acciones (24.300 millones de libras en total), lo que supone premiarlos con más del 40 % de su valor actual.

Se trata de “una de las adquisiciones más importantes que hemos hecho nunca”, tal y como ha reconocido su presidente y CEO Masayoshi Son, que espera que la firma británica “sea un pilar fundamental de la estrategia de crecimiento de SoftBank en el futuro”. En SoftBank dicen haber “admirado durante mucho tiempo” a quien ahora está a punto de integrarse en su seno por ser “mundialmente conocida y altamente respetada”, por ser, “con diferencia, el líder del mercado en su campo”. Son se ha mostrado convencido de que la ARM que conocemos “encajará de forma exquisita y estratégica dentro del grupo”, en medio de este esfuerzo inversor para aprovechar “las importantes oportunidades que proporciona el ‘Internet de las Cosas'”. Y ahí radica el quid de la cuestión. SoftBank no lo esconde. ARM no ha sido elegida por la alta presencia de sus diseños en smartphones frente a rivales hace tiempo superados como Intel o AMD. Ha sido seleccionada por SoftBank debido a lo que podrá dar de sí en multitud de dispositivos conectados. ARM es la esperanza de SoftBank en un mundo que no puede, ni quiere, evitar el poderoso influjo del IoT. Y ARM lo asume.

“Al acceder a todos los recursos que SoftBank tiene para ofrecer, ARM será capaz de acelerar aún más el uso de tecnología basada en ARM donde sea que ocurra la computación”, ha confirmado Stuart Chambers, presidente de ARM a día de hoy. Esta empresa “ha sobresalido en el diseño de chips para muchos dispositivos de consumo, incluyendo el iPhone de Apple”, pero su último movimiento, aceptando la adquisición, supone “un reconocimiento de los límites que tiene este mercado actual y la necesidad de invertir para expandirse más allá del PC y el móvil hacia la multitud de consumo en el hogar, los edificios, los coches y otras plataformas emergentes en IoT”, analiza Mark Skilton, profesor en la Warwick Business School con conocimientos en Internet de las Cosas y otras tecnologías. Y es que el Internet de las Cosas “es el nuevo mercado de chips para los dispositivos conectados”, dice este experto. Es el futuro. Así que “el audaz movimiento de ARM era inevitable, independientemente del Brexit, pero será interesante buscar la reacción en el mercado y en los movimientos de la competencia”, dice Skilton.

“Suponiendo”, claro está, “que el gobierno del Reino Unido no bloquee el acuerdo por razones de estrategia nacional”, este analista también considera la compra “un paso lógico para los accionistas de ARM en un mercado mundial de chips cada vez más difícil y en búsqueda de nuevos mercados en crecimiento”. Sobre todo si se tiene en consideración que será a cambio de “un buen precio”. Mark Skilton recuerda que “la inversión en IoT requiere de habilidades de desarrollo de software y de hardware para incrustar ‘inteligencia’ en los dispositivos móviles, en los coches, en los edificios y en los objetos cotidianos”, unas habilidades dobles “que pocas empresas poseen”. Las firmas de telecomunicaciones “han tenido un reto interesante a la hora de colocar el ‘pegamento’ de red vital para conectar todos estos dispositivos y servicios, pero buscan una mayor parte de la cuota de mercado mediante una integración similar en el dispositivo de entrega final”, comenta Skilton. En el caso concreto de SoftBank, estaría “tratando de ampliar su cartera en el diseño firme de chips, así como un negocio exitoso y rentable en ARM con el que intentar establecer una mayor participación en el mercado IoT”.

La lista de la compra IoT

SoftBank utilizará a ARM para el Internet de las Cosas. Pero no es la única organización que ha decidido tirar de billetera para ampliar su presencia en IoT, además de formar equipos propios por medio de contrataciones y una distribución muy pensada de los presupuestos. Los dispositivos conectados se han convertido en la obsesión de muchas organizaciones, parte de las cuales está acelerando su presencia en un área tan prometedora como ésta a golpe de adquisiciones puras y dudas. Una de las operaciones más sonadas de este 2016 que ha tenido el Internet de las Cosas como trasfondo, aparte de la de ARM por SoftBank, es la de Jasper Technologies. En estos momentos, Jasper ya forma parte de Cisco, que ha decidido convertir su negocio en la nueva IoT Cloud Business Unit de la compañía americana, favoreciendo “la conexión, automatización, gestión y análisis de miles de millones de cosas conectadas, a través de cualquier red” y para empresas de cualquier tamaño. Así lo defiende el CEO de Cisco, Chuck Robbins. La transacción ascendió a los 1.400 millones de dólares.

También este año, Microsoft se ha hecho con la tecnología y el talento de Solair con la ambición de “ayudar a los clientes a aprovechar datos que tiene sin explotar y crear nueva inteligencia con IoT”. Y con la meta de mejorar la Azure IoT Suite. Eso sí, sin revelar el precio. Mientras, a Cypress Semiconductor le ha costado 550 millones de dólares engrosar su cartera de productos con el negocio Wireless Internet of Things de Broadcom, lo que implica a toda una serie de productos Wi-Fi, Bluetooth y Zigbee RF, a propiedad intelectual, a la marca WICED y a un equipo de 430 profesionales. Y otras empresas se han volcado con los pactos, buscando nuevos socios. Por ejemplo, Comarch ha establecido una alianza con Nokia, Software AG ha hecho lo propio con Dell, SAP colaborará en algunos proyectos con Vodafone, Atari lanzará nuevos productos de la mano de Sigfox e IBM trabajará con la mismísima Cisco, de la que es bien conocido su interés por IoT desde hace tiempo. Todo ello dentro del mismo campo y en virtud de acuerdos sellados en lo que llevamos de 2016.

Aunque si hay una tecnológica que está siendo especialmente incisiva en el tema, ésa es Intel. Durante los últimos meses, este gigante de los semiconductores ha convertido al Internet de las Cosas en uno de sus objetivos fundamentales. Ha dejado claro cuál va a ser su estrategia, una enfocada a los dispositivos conectados. Y ha comenzado a intensificar las inversiones en fabricantes de productos como wearables o drones. También ha comprado empresas. En abril, anunció la adquisición de YogiTech, compañía de orígenes europeos y especializada en seguridad funcional. Con ella en su poder, Intel puede avanzar en los trabajos con sistemas autónomos, ya sea con robots, con coches que se conducen solos o con cualquier otra máquina de alto rendimiento que requiera de un grado especial de protección. Tan sólo mes después de comprar YogiTech, en mayo, repitió jugada con Itseez, a la que le ha buscado un lugar dentro de su Internet of Things Group. En este caso, gana maestría en visión artificial para implementar en hardware algoritmos de visión por computador y en estandarización. El potencial del IoT es bien diverso.