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Su condición de BRIC, su dimensión geográfica y poblacional, la influencia que ejerce en la región y el carisma de Lula da Silva han contribuido de forma innegable a dotar a Brasil de un magnetismo inversor del que pocos pueden escapar. Brasil joga bonito, sí, y lo hace también en el sector de las telecomunicaciones.

La tarta de las telecomunicaciones en Brasil es tan apetitosa que cada vez toca a repartir entre más. Si en un principio la española Telefónica (Telefónica/Vivo/TVA) y la mexicana Telmex (Embratel/Claro/Net) competían por el mismo postre, liderar el mercado de América Latina, ahora deben compartir mesa con dos nuevos invitados. Por un lado, Oi-Brasil Telecom, el gran grupo brasileño que además cuenta con el apoyo incondicional del gobierno del país, y con la francesa Vivendi, quien se apuntó al banquete en el último momento cuando nadie la esperaba.

La clave del mercado brasileño parece estar en la creación de grandes grupos con capacidad de ofrecer todos los servicios de telecomunicaciones en un mismo paquete (Triple Play: telefonía, internet y televisión de pago) y así sacar el máximo rendimiento a su cartera de clientes y a sus infraestructuras. Una tarea que se complica debido a la burocracia del gobierno brasileño.

A principios de 2009 el país latinoamericano contaba con 58 millones de usuarios de Internet, más de un millón y medio de dominios, 14,6 millones de alojamientos web (9ª posición en el mercado mundial en 2008), 30 millones de usuarios de banca por Internet y 140 millones de teléfonos móviles en operación, según indica un informe del Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX). Todos estos datos presentan un mercado total de 29.300 millones de dólares, el 48% del mercado latinoamericano, y el 1,99% del mercado mundial.

Además, pese al impacto de la crisis, el mercado brasileño de TI creció por encima de la media de los demás sectores de la economía, y la penetración de los servicios de TI en la sociedad es superior a la media mundial de países con la misma renta de Brasil. Datos que, a simple vista, parecen atractivos pero que pueden serlo mucho más.


Se estima que en 2014 Brasil contará con 90 millones de abonados a la banda ancha. Por primera vez, el Plan de Aceleración del Crecimiento (PAC), el documento en el que el gobierno brasileño plasma las cifras de inversión en los que considera sus sectores estratégicos, contará con un proyecto específico de telecomunicaciones. Se trata del Plan Nacional de Banda Ancha, con el que Lula, por una parte, sellará su compromiso en materia de telecomunicaciones con los más desfavorecidos, facilitándoles el acceso a Internet de banda ancha a las clases media y media baja, y por otra, ofrecerá un nuevo mercado a las empresas del sector.

El gobierno brasileño ha ideado un proyecto que contempla el acceso gratuito a la banda ancha en edificios públicos mientras que en lo referente a las conexiones particulares, su objetivo es conectar a la población a un coste máximo de 30 reales (alrededor de unos 12 euros) y una velocidad de conexión prevista en 2014 de 2 Mbs.
Con el mandato a punto de agotarse y las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, Lula también tiene previsto celebrar dos rondas de subastas de telecomunicaciones en los próximos meses. Se trata de la subasta pública de la frecuencia Wimax, usada para el acceso de banda ancha, y, en telefonía,  la frecuencia de 450 MHz, para dar cobertura a los teléfonos móviles en las zonas rurales, y la nueva frecuencia para el uso de la tecnología 3G.

El sector de telefonía móvil tampoco es nada desdeñable para las telecos: Brasil es el quinto mercado de telefonía móvil del mundo. Según datos publicados por la Agencia Nacional de Telecomunicaciones de Brasil (ANATEL)  a finales de enero de este año, existen en el país 175 millones de dispositivos móviles en funcionamiento para una población de casi 190 millones de habitantes. De este modo, estamos ante una densidad de 0,91 móviles por persona. Sin embargo, el crecimiento continuo de teléfonos móviles indica que posiblemente el próximo año Brasil ya habrá alcanzado una densidad de 1 móvil por habitante.

Visto lo visto, no extrañaría que otro comensal de última hora llamase a la puerta…