Por qué el vídeo en el móvil no debería acabar con la comunicación

Hace menos de una década, el eslogan de un proveedor de servicios de Internet
era “¿adónde quieres ir hoy?”. Lo decía de forma figurativa, por supuesto, pero
implicando que visitando cualquier sitio en la Red, era como si estuviéramos
viajando allí.

La revolución en la tecnología de los teléfonos móviles significa ahora que
uno puede ir donde desea y estar conectado a Internet. En términos de
movilidad, se ha producido incluso un salto más allá del concepto de “oficina en
el bolsillo”, ampliándolo al entorno doméstico. Así, junto con las aplicaciones
de trabajo tales como el correo electrónico, los últimos avances están
relacionados con los contenidos de vídeo en los dispositivos móviles.

Sin embargo, hasta fechas muy recientes han existido barreras para los
consumidores a la hora de emplear algunas de las nuevas tecnologías. Como
ejemplo, uno de los grandes retos para muchos usuarios es el tamaño de los
archivos que quieren descargar, ya que la facturación del contenido se realiza
en función de kilobites descargados.

Otro obstáculo es el elevado consumo de energía de las baterías con
aplicaciones tales como el vídeo streaming. El
MPEG4 ASP, con el que se
pretende mantener la calidad del DVD de 24 fotogramas por segundo es el gran
culpable de ambos problemas.

Para demostrar esto en términos reales, basta con coger un teléfono móvil
que utilice MPEG4 ASP para mostrar contenidos de vídeo. Después de tan sólo 90
minutos de visualización, se habrá descargado por completo la batería. Eso
sucedería incluso antes de que el usuario hubiera hecho una simple llamada,
enviado un mensaje de texto o comprobado su agenda.

Calidad vs. Consumo

Por este motivo, el debate sobre si los contenidos de vídeo a través del
móvil tiene realmente futuro o no continúa siendo intenso, particularmente en
Europa.

Sin embargo, la pregunta clave no es ésta, pues está claro que tiene un
brillante futuro por delante. De hecho, ya existen en el mercado terminales con
pantallas de color LCD con calidad, resolución y consumo mejorados, así como con
precios asequibles. Mientras tanto, el ancho de banda de la red continua
aumentando sin límites reales en redes inalámbricas de alta velocidad, tanto en
casa, como en el trabajo o en lugares públicos.

A esto hay que sumar que los consumidores están ya acostumbrados a las TI, y
existe una tendencia a crear vídeos propios y descargar los de otros. Así, ya
sea para su propia comunicación personal, por entretenimiento, o por querer
convertirse en un ?periodista de la calle?, no cabe duda de que los usuarios de
aparatos móviles están aceptando bien el vídeo en el móvil.

Por consiguiente, los consumidores son capaces de definir perfectamente sus
gustos, eligiendo tanto las distintas ofertas disponibles en el mercado, como
los contenidos y el nivel de utilización de estos servicios.

Ésta es la razón por la que el debate debería centrarse en cómo crear la
mejor experiencia para el usuario, lo que implica que el principal desafío para
los operadores estriba en definir un modelo de negocio que les permita generar
en sus clientes mayor interés por sus servicios de vídeo. Una de las posibles
respuestas pasa inevitablemente por reducir el consumo y el tamaño de los
archivos de vídeo sin poner en riesgo la calidad. Pero ¿cómo lograr esto?

La Guerra de los ?Codecs’

Los archivos de vídeo originales y sin comprimir son por lo general muy
grandes, y difíciles de manejar, por lo que la compresión es necesaria para
conseguir un almacenamiento y una transmisión más eficiente. Por lo tanto, la
clave es seleccionar el codec adecuado.

La mayoría de los teléfonos móviles hoy día utilizan CPUs basados en
ARM, que operan a alrededor de
100Mhz a 400Mhz. En tales circunstancias, la mayoría de los códecs de vídeo
tienen dificultades para ofrecer imágenes con calidad de DVD.

La compresión y descompresión del vídeo son procesos informáticos sumamente
intensivos, que realizan muchos cálculos por segundo sobre una cantidad de datos
enorme. De hecho, el estándar actual, el
MPEG2, se está quedando
obsoleto, de modo que tanto los proveedores de redes como los creadores de
contenido están buscando la próxima generación en tecnología de compresión.

Ya se han mencionado las desventajas de MPEG4, el cual, debido a su nombre,
había sido considerado inicialmente el sucesor natural. En paralelo, una de las
últimas entradas en el mercado es Mobiclip, que ofrece una alternativa para los
OEMs en todos los aspectos, incluido el precio, la capacidad y el consumo de
recursos.

Así, en comparación con Mobiclip, los archivos de MPEG4 necesitan ser un 30
por ciento más grandes para visualizar la misma fotografía y obtener la misma
calidad de sonido, de modo que consume más memoria en un aparato móvil, por lo
que se necesitaría una batería con una duración cuatro veces superior.

El valor añadido de esta nueva generación de ?códec de vídeo’ es pues que el
usuario final puede llegar a ver dos películas y tener aún batería suficiente
para realizar llamadas, y enviar mensajes de texto, mientras que con MPEG4 no
puede acabar de ver una película.

Las Perspectivas

Nos encontramos entonces ante una tecnología que ya existe y que tiene una
demanda creciente. Por tanto, el objetivo de la industria pasa por hacer de la
creación y la utilización del contenido del móvil una experiencia lo más
agradable posible, ya que es para lo que fue creado y por lo que los
consumidores lo quieren.

Consecuentemente, Ovum predice que 2007
verá el comienzo real de la era de la TV en el teléfono móvil. Según esto, en
los próximos meses, veremos teléfonos móviles que cumplen con su potencial y se
convertirán en el ?tercer medio’ de entretenimiento después de la TV y el cine.

Para que esto suceda y para que el mercado alcance un umbral de
generalización de uso aceptable, los fabricantes deben estar seguros de que
eligen las tecnologías adecuadas, con lo que conseguirán hacer que la
experiencia de los usuarios tan positiva como siempre se ha pretendido y que
éstos puedan tener acceso a toda la información y el contenido que quieran en el
lugar donde se encuentren.

André Pagnac es CEO de
Actimagine