El hombre que tiene el mejor trabajo del mundo

El director de la división de investigación de Google cree que la aceptación de productos como los coches que conducen solos vendrá antes de lo esperado.

¿En qué consiste el mejor trabajo del mundo? Más de uno habrá pensado en aquel que debe investigar de lugares lujosos y exóticos con el fin de calificarlos y posicionarlos en algún ranking de prestigio. Y hacerlo desde una hamaca con vistas al mar. Pero nada más lejos de la realidad.

Quien presume de tener el mejor trabajo del mundo en la mejor compañía del mundo lo desarrolla en una oficina, en un parque empresarial. Es Peter Norvig, el director de investigación de Google.

Para imaginar lo que se cuece entre las paredes de la división de investigación de Mountain View, se admiten las suposiciones más valientes y extraordinarias. Los rumores hablan de robots y de incursiones en el espacio exterior. Las evidencias hablan de lentes inteligentes y coches que conducen solos.

A modo de pista, Norvig confiesa a The Guardian que, lo que se cuece en los laboratorios de Google es una “extensión de productos y servicios que ya tenemos”. Esto es, no pueden lanzar un dispositivo que no sea coherente con los “puntos fuertes de Google”.

Así, los coches que se conducen solos se aprovechas de la tecnología de Google Maps. Las gafas inteligentes sacan jugo a las comunicaciones y las capacidades de geolocalización (incorporan sensores de movimiento y GPS y se ejecutan con Android).

El principal problema de tener ese trabajo es probablemente la viabilidad de los proyectos. No pueden lanzarse planes que pequen de excesiva innovación, que no garanticen una aceptación. Ésta para el ejecutivo “vendrá más rápido de lo imaginado”. Explica, a modo de apoyo a esta afirmación que sus hijos se muestran decepcionados porque no verán los coches que conducen solos en el mercado lo suficientemente pronto. Deberán aprender a aparcar.

El ejecutivo, con vocación de matemático pero que pronto decidió dedicarse a la informática, admite que la parte más difícil es imaginar lo que será posible y decidir cómo llevarlo a cabo.