El vicepresidente de Google bate el récord de Felix Baumgartner

Para muchos el famoso salto estratosférico de Felix Baumgartner ha sido casi como la llegada del hombre a la Luna (salvando las distancias): un acontecimiento de relevancia histórica en las gestas humanas, unos momentos de tensión y expectación ante los riesgos que implica por un lado el ascenso mediante globos aerostáticos y principalmente la propia caída libre desde el entorno de los 40 kilómetros de altura, donde cualquier cosa puede ir mal, empezando porque el propio “saltonauta” pierda el conocimiento durante el descenso o falle alguno de los mecanismos que permiten la apertura del paracaídas.

En aquella ocasión todo salió bien con el suizo patrocinado por Red Bull pero era cuestión de tiempo que ese hito fuese superado. Y así ha sido.

Alan Eustace es uno de los vicepresidentes de Google y en esta ocasión su desahogada posición económica le ha permitido no necesitar de la promoción de una empresa privada que costee la hazaña, razón por la que además se ha podido permitir la discreción absoluta que ha rodeado a su exitoso intento, del que sólo hemos tenido conocimiento una vez concluido con éxito.

Baumgartner se dejó caer desde 38.969 metros recorriendo 36.402 metros en su descenso y ahora Eustace ha batido ambos récords cayendo desde los 41.419 metros de altura recorriendo una distancia superior a los 42.000 metros. Además el vicepresidente de Google también ha batido otro récord, el de velocidad alcanzada, al haber llegado a los 1.322 km/h.

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El salto tuvo lugar ayer sobre la localidad de Roswell (Nuevo México, USA), famosa por los célebre avistamientos OVNI. Eustace ascendió hasta los 41.000 metros ayudado por un globo conteniendo cerca de un millón de litros de helio, del que se desprendió en el momento del salto, a diferencia de Baumgarter que ascendió ocupando una cápsula suspendida también de un globo de helio. El aterrizaje de Eustace ha tenido lugar a más de 100 kms del punto de despegue y en todo momento ha estado en comunicación con el control de la misión a través de radio mientras diversas cámaras efectuaban un seguimiento constante de la caída.

vINQulo

The New York Times