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Parece ser que cuando las compañías deciden descentralizar algunas de sus áreas funcionales, no aprovechan todas las ventajas que esto puede tener. Las empresas descentralizan algunos departamentos para reducir costes económicos y muchas veces desplazan áreas de las compañías a los paraísos fiscales o países donde la mano de obra es más barata.
Sin embargo, un estudio de Compass Management Consulting, empresa especializada en asesorar a las compañías con el objetivo de optimizar su rendimiento, tomando los datos de offshoring, refleja que el ahorro que se produce (que normalmente es de entre un 15 y un veinte por ciento) podría ser mayor.
De forma anecdótica, la empresa de asesoramiento ha hecho públicas las razones de este fracaso, comparándolas con los siete pecados capitales. Creen que el peor pecado es la soberbia que provoca que las empresas crean que pueden triunfar donde otras no pudieron, sin efectuar comprobaciones previas. Compass recomienda tener en cuenta los errores ajenos.
También pecan las empresas de pereza y muchas veces, para operaciones complejas, se decantan por llevar a cabo los procesos más simples; de avaricia, traduciéndose en “una falta de preocupación por el devenir de la empresa” y a una despreocupación del bienestar del país vecino, con gran afán de obtener las máximas ganacias financieras a costa de los bajos salarios.
A causa de los bajos sueldos, muchos trabajadores cualificados se mueven de empresa y para solventar este problema se contrata a mayor cantidad de trabajadores, todos con poco salario, lo que según Compass sería ‘lujuria’.
También advierte la empresa de asesoramiento de que la motivación que lleve a descentralizar la empresa no ha de ser envidia porque los demás lo estén haciendo, sino hay que tener en cuenta otros factores para saber si conviene o no hacerlo. Además, la gula o el hecho de contratar la mayor cantidad de proyectos en poco tiempo también puede ser perjudicial para la estrategia de la empresa.
Finalmente, la ira puede llevar a las empresas a culpar a sus proveedores u otros actores de sus fracasos, pero, aconseja Compass que cada uno tiene que asumir su parte de responsabilidad.