La historia de la “apropiación indebida” de una cuenta de Twitter

El avance del social media y su irrupción en el mundo corporativo ha abierto la posibilidad a nuevos supuestos a los que la justicia no se había enfrentado antes. Este es el caso de Noah Kravitz, empleado de una empresa llamada PhoneDog, compañía online dedicada principalmente a la información móvil.

El empleado utilizó la cuenta @PhoneDog_Noah en Twitter y llegó a acumular hasta 17.000 seguidores. Cuando se fue de la compañía, ésta pidió la devolución de la cuenta, algo a lo que Kravitz se opuso. PhoneDog demandó al trabajador por apropiación indebida de secretos comerciales.

Kravitz argumentó que no se había apropiado de ningún secreto comercial: la contraseña de acceso no podría considerarse como tal ya que sólo daba acceso a una cuenta donde cualquiera que así lo quisiera podría conocer todas las publicaciones.

El tribunal considera que no hay intencionalidad económica ya que no encuentra evidencias de que hubiera algún daño sobre la base de anunciantes o un daño económico general. Además, ¿qué valor tiene una cuenta de Twitter? PhoneDog reclamó hasta 340.000 dólares por daños y perjuicios.

¿Cómo se hacen las cuentas en un caso así? La cuenta que gestionaba Kravitz tenía 17.000 seguidores, por lo que multiplicándolo por lo que “cuesta” cada follower (de acuerdo a los estándares vigentes 2,5 dólares cada uno), suponía 42.500 dólares por cada mes que el empleados usó la cuenta.

El tribunal no puede determinar si hubo o no conversión, ya que el derecho a la posesión de la cuenta “es el centro de la demanda y no se puede determinar con el registro actual”, según recoge arstechnica.

Lo cierto es que los límites legales en esta temática son aún difusos. Se desconoce si una contraseña de acceso es un secreto comercial, o si la lista de seguidores supone información valiosa para una empresa. Y es que las redes sociales dotan de publicidad a este tipo de asuntos que en otros formatos sí pueden suponer un secreto industrial.

Lo más recomendable, para evitar este tipo de dudas, es firmar un acuerdo por escrito en el que se dejen claros este tipo de asuntos. Aunque hay muchas dudas por resolver. ¿Quién es el dueño de una cuenta de Twitter: el usuario, la empresa contratante o el trabajador?