La Singularidad Tecnológica: robots, inmortalidad y Google

En un capítulo de The Big Bang Theory, Sheldon, el peculiar protagonista, se encuentra en estado de pánico al calcular que tan solo va a vivir 60 años más. “¿Te parece poco?”, le pregunta su compañero de piso con cara de escepticismo.Sheldon le muestra una línea del tiempo con una fecha marcada en rojo: la Singularidad Tecnológica ocurrirá ahí y él morirá poco antes, perdiéndose la posibilidad de “descargar” su mente en una máquina y ser inmortal.Podría parecer una teoría más de un universo de ciencia ficción, pero sus defensores no son simples científicos locos: está la NASA, está Nokia. Y está Google.

De hecho, Google y Nokia son dos de los principales inversores de la Singularity University, que ofrece diversos cursos de varias semanas sobre disciplinas que van desde la nanotecnología hasta la bioinformática con un objetivo clave: formar a futuros líderes que entiendan un mundo en el que el crecimiento y los cambios ocurren de forma exponencial. Pero, ¿qué es exactamente la Singularidad Tecnológica y por qué han decidido los líderes TIC invertir en ella?

Avances informáticos exponenciales e inteligencia artificial: un mundo de robots

La teoría de la Singularidad Tecnológica sostiene que, en un mundo en el que los ordenadores son cada vez más rápidos (y además son más rápidos más rápido), llegará un momento alrededor del año 2045 en el que la inteligencia artificial de estos ordenadores será mayor que la inteligencia de todos los cerebros humanos del mundo juntos. Qué ocurrirá entonces es difícil de imaginar porque será algo hasta ahora nunca visto por la humanidad. Un cambio equivalente a la aparición del hombre en la Tierra, según dicen los más fervientes defensores.

Detrás de esta teoría hay muchos nombres, pero los más recurrentes suelen ser el del escritor de ciencia ficción Vincent Vinge, que aseguró en 1993 en una conferencia en la NASA que en unos 30 años existirían los medios tecnológicos para “crear inteligencia superhumana”, indicando que “poco después, la era humana habrá acabado”; y sobre todo el de Ray Kurzweil, uno de los mayores difusores y creyentes en la Singularidad. ¿Un loco más? Quizá, aunque no parece ser la opinión de Bill Gates, que aseguró que Kurzweil era la persona que mejor predecía “el futuro de la inteligencia artificial”.

Bill Gates es, de hecho, uno de los grandes líderes TIC fascinados con la idea, y su presencia es frecuente en las distintas convenciones singularitarianas que tienen lugar a lo largo del año. De hecho, ha afirmado que si se logra un avance histórico en inteligencia artificial, lograr que “las máquinas puedan aprender”, eso “valdrá diez Microsofts” (aunque quizá el hecho de que se quede en solo diez indique que, aunque la idea le entusiasma, no es algo en lo que deja su dinero y sus pensamientos).

Google y la inmortalidad

En el mismo episodio de The Big Bang Theory citado al principio de este reportaje, Sheldon decidía preservar su cuerpo para poder vivir más de esos 60 años (y ser transferido a un ordenador), para lo que construía un robot con un monitor que mostraba su cara y era quien salía al mundo.

¿Más ciencia ficción? Hace solo unos meses, los asistentes a un evento de recaudación de fondos en San Francisco pudieron hablar con el robot del cofundador de Google Sergey Brin, controlado por este desde la otra punta del país. El robot se movía entre las distintas mesas y participaba en las conversaciones como si Brin estuviese en realidad allí.

Y es que en Google sí parecen ver la Singularidad Tecnológica como algo real y muy cercano y con una rentabilidad potencial muy elevada. Para no perder el tren, la compañía ha invertido más de 250 millones de dólares en la Singularity University, fundada hace tres años, como apuntan en su web oficial,  que cuenta también con Autodesk (también más de 250 millones) y Nokia entre sus filas de inversores.

¿Qué mueve a estas compañías a poner su dinero en algo así? Posiblemente se trate de una combinación de curiosidad, interés científico y valoración de su potencial: si al final todo resulta ser cierto, lo mejor es estar en el centro del huracán y manejar los hilos. De eso parecía querer convencer Peter Thiel, cofundador de PayPal y uno de los grandes convencidos de la Singularidad, a una serie de líderes TIC (Larry Page, Philip Rosedale de Second Life, Dustin Moskovitz, Pierluigi Zappacosta de Logitech, etc) en una cena que organizó el pasado mes de octubre a la que también invitó a representantes de las principales instituciones pro-Singularidad. Larry Page, por lo menos, parece convencido.

Miedo y escepticismo: Bill Joy y Mark Zuckerberg

Pero no todo el universo TIC está sumergido en esta cuasi religión científica de la Singularidad Tecnológica: hay voces que discrepan y hay voces que simplemente no creen. Entre los que discrepan se encuentra Bill Joy, cofundador de Sun Microsystems, cuya postura no es tanto la del no creyente o escéptico como la del creyente aterrorizado. Joy es uno de los líderes que más líneas le ha dedicado al tema, pero su visión es totalmente distinta a la de sus colegas: sí, la Singularidad Tecnológica acabará sucediendo, pero deberíamos intentar evitarla.

¿Cuáles son los miedos de Joy? Según expresó en un largo artículo titulado “Por qué el futuro no nos necesita”, no sería “ninguna exageración” decir que se está a punto de crear la “perfección de la maldad extrema”. Joy ve cómo toda esa inteligencia superhumana podría fácilmente salirse de control o simplemente caer en las manos equivocadas y utilizarse solo para crear destrucción -también -a niveles exponenciales.

A Mark Zuckerberg, por su parte, la Singularidad Tecnológica no le quita el sueño porque, simplemente, no cree en ella. Según afirmó en una entrevista de hace unos meses, el cerebro humano es complejo y poderoso, pero todavía no se sabe casi nada de él. “¿Sabes todas esas teorías de que en 20 ó 30 años los ordenadores serán más listos que los humanos? Yo no lo creo”, afirmó.

Ajeno al descreimiento de Zuckerberg, Ray Kurzweil continúa comprobando año tras año cómo la realidad se ajusta a sus gráficos exponenciales que predicen la llegada de la Singularidad Tecnológica. Cuando hace cosa de un mes el robot Watson ganó un concurso de televisión, fueron muchos aplaudieron la curiosidad. Los singularitarianos, mientras tanto, añadieron otro acierto a su lista de predicciones. Los inversores sacaron brillo a sus máquinas registradoras.