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Cualquiera que haya estado algo atento a las novedades presentadas en el pasado Consumer Electronics Show, CES,  de Las Vegas habrá notado que, frente a las predicciones de hace unos meses que hacían pensar en la proliferación de televisores en 3D, esta tecnología ha sido aparcada por los fabricantes que ahora se vuelcan en su nueva niña bonita: la televisión conectada.

De Apple a Google, pasando por Samsung o Yahoo!, todas las compañías parecen haberse puesto de acuerdo para olvidarse un poco de las tres dimensiones y de todas las complicaciones que esta tecnología trae (gafas sí, gafas no) y centrarse en algo aparentemente mucho más sencillo: llevar de una vez por todas internet a la televisión. Y, de hecho, el futuro inmediato de los otrora reyes del salón parece pasar por su conexión a la red, lo único que parece poder salvar a la pequeña pantalla de la dictadura del ratón (y del smartphone, los tablets, los ebooks,…).

Televisión + web + apps

La pregunta es ahora evidente: ¿qué se entiende exactamente por “televisión conectada”? Las respuestas varían dependiendo a quién le preguntes. Desde Yahoo! insistirán en la interactividad como la característica principal de estos dispositivos, en Google te dirán que es el momento en el que el buscador y la tele se conocen (y otras cosas, sí), y en Apple irán más allá asegurando que se trata del “sistema de entretenimiento del hogar”. Pero, en realidad, todo parece resumirse en una pequeña fórmula: televisión más internet más apps.

Así, la tele deja de ser un ente aislado y ajeno a la revolución de internet que ya hace tiempo que ha tomado a los ordenadores y a los teléfonos móviles y abre sus puertas a la red. ¿Qué consigue? Sobre todo, contenidos. Las televisiones conectadas permiten el streaming de contenidos en vídeo que hasta ahora se veían en otros dispositivos y que, con la calidad de imagen que ya permite la banda ancha, era extraño que todavía no se pudiesen ver en la que en teoría es la mejor pantalla de la casa.

Otro básico que permite la llegada de internet a las televisiones es la posibilidad de interactuar, haciendo que ver la tele deje de ser una actividad pasiva. Roberto Campo, director general de Yahoo! España, lo deja claro: “El valor añadido que ofrece este tipo de televisores es la interactividad”, asegura, y explica que “el usuario se sentirá fácilmente atraído por la información adicional sobre los programas, las series o películas que le ofrece la televisión conectada”, pudiendo, por ejemplo, averiguar “dónde se han rodado las escenas” de una película que el usuario está viendo, con tan solo “un clic”.

Otra forma de llegar a esta interactividad son las aplicaciones, que también llenarán las televisiones conectadas al igual que ahora llenan los teléfonos móviles. Desde las obvias, como YouTube, Netflix o Pandora, hasta las menos claras como Twitter, las apps son una de las características que todos los fabricantes destacan como uno de los extras importantes de las televisiones conectadas.

El factor clave: los contenidos

Hasta ahora todo parece una historia fácil y de éxito asegurado, pero hay dos pequeños escollos que los fabricantes de televisiones conectadas deberán superar para que sus dispositivos no sean olvidados por los usuarios: convencer a los propietarios de contenidos y lograr adaptar la web a la televisión.

El primero es básico, ya que si los propietarios de los contenidos (productoras, canales de televisión estudios de cine) no dan su bendición, la televisión conectada se quedará en una tecnología vacía. No obstante, parece que poco a poco los fabricantes van logrando sus acuerdos y que todo es cuestión de tiempo para que los todavía reacios (Google TV, por ejemplo, ha visto como los canales principales le impedían el acceso a sus contenidos) comprendan lo que ganan con la nueva tecnología.

El segundo problema podría ser el más grave, al tratarse de un error de planteamiento. La televisión conectada no es ni un reto tecnológico ni algo que los usuarios vayan a tardar en comprender (y, por lo tanto, adoptar), pero sí podría encontrar un obstáculo en el hecho de no haber sabido adaptarse a la nueva pantalla, al salón, y al sofá.

Por ejemplo, casi todos los productos incluyen una app de Twitter. ¿Qué sentido tiene ver el timeline tal cual en la pantalla de la televisión? ¿Hará falta un teclado para actualizar (¿para qué, teniendo un smartphone o tablet a mano?)? Las aplicaciones deberán, por lo tanto, estar adaptadas al nuevo medio, para que no se trate de un simple traslado de una pantalla a otra. Es decir, la app de Twitter, por continuar con el ejemplo, debería permitir visualizar los contenidos de vídeo que los usuarios comparten.

El gran reto: recuperar el trono del salón

Al margen de esos pequeños detalles, todo parece, en definitiva, listo para la llegada de la televisión conectada a los hogares; la clave del éxito está ahora en los usuarios. Lo que piden estos nuevos dispositivos es, al fin y al cabo, cambiar de hábitos en un mundo en el que ya eran muchos los que habían cambiado tele por ordenador, o utilizaban las primeras tan solo a modo de pantalla para ver mejor lo que el portátil ya ofrece.

¿Logrará la televisión conectada hacerse un hueco en los salones o será un nuevo intento de televisión interactiva que fracase (aún son muchos los que se preguntan dónde está la interactividad de la TDT)? Como casi siempre, toca acudir al cliché: solo el tiempo lo dirá.