Nortel, ¿el fin de un imperio?

Nortel pasa su particular calvario. La venta de su división de provisión de redes a Nokia Siemens Networks por 650 millones de dólares (poco más de 466 millones de euros) y su anuncio de que intentaría acabar con todas sus acciones en la Bolsa de Toronto ha creado un tsunami en este mercado financiero.
La Bolsa de Toronto cancelaba ayer las cotizaciones de la compañía “inmediatamente” teniendo en cuenta estas informaciones.
Por el momento, cotizaciones suspendidas o no, la compañía parece estarse preparando para un acto final. La venta a Nokia Siemens Networks de la división de provisión de redes podría no ser más que el inicio del último acto, como demuestran las palabras del CEO de la firma, Mike Zafirovski, que ha señalado que “en semanas o meses, más bien que en meses o años”, como recoge Financial Times
Zafirovski apuntaba entonces que la venta era una de las pocas soluciones para reorganizar la compañía, a pesar de que fragmentar la firma, como reconoce al Financial Times, no era la primera intención de la empresa.
El CEO de Nortel aprovechó también para denunciar que los problemas del pasado (como los escándalos que cerraron la década precedente) no ayudaron a la centenaria compañía, que ha visto como su competencia metía el turbo. Mientras, ellos tenían que hacer frente a los grandes titulares en los medios financieros.
La situación no es tampoco fácil ahora: a la mala situación y a la declaración bajo la protección de la Canada’s Companies’ Creditors Arrangement Act, una figura similar al concurso de acreedores, se suma la escasa  ayuda pública. Zafirovski ha confirmado que se les ha negado ayuda del gobierno canadiense, como recoge Bloomberg.
Quejas empleados
Además de los problemas empresariales, la compañía debe prepararse para las cuestiones humanas asociadas. La empresa no sólo debe enfrentarse a aquellos que les acusan de dejarse ir a la bancarrota para poder acogerse a las ayudas asociadas, como recoge la cadena televisiva CTV en su site, sino que además tiene a sus exempleados en pie de guerra.
Nortel ha reducido plantilla y ha tocado a las pensiones, mientras los miembros de la ejecutiva siguen cobrando bonos, lo que ya en su momento creó un sentimiento de malestar importante.