Los partidos políticos revelan sus estrategias para la campaña electoral en redes sociales

Ni bots, ni medios económicos. Se trata de naturalidad y sentido común.

Las redes sociales son ya un canal de atención al cliente habitual para las marcas. Y uno de los canales más utilizados para conocer como nunca antes a los clientes. Su inmediatez, alcance y extensión las han convertido en unas de las herramientas de negocio más útiles de la era digital.

Pero las ágoras digitales se están convirtiendo también en herramientas fetiche para los partidos políticos, que en época de campañas y precampañas electorales intensifican su uso.

En su caso ha sido casi una obligación. ¿Cómo hacer que un mensaje político cale a un ciudadano inmerso en un entorno digital? Cómo no, a través de los canales digitales por excelencia, las redes sociales.

Internet Academi ha reunido en Madrid a los responsables de redes sociales de los principales partidos políticos para revelar las estrategias y en definitiva, el modus operandi de los grupos políticos a poco más de un mes de las elecciones generales.

El encuentro ha dejado numerosos datos curiosos. Por ejemplo, todos los citados han afirmado que los grupos tras la estrategia en social media se coordinan a través de aplicaciones de mensajería instantánea, principalmente Telegram.

La aplicación tiene algunas ventajas frente a WhastApp. Por ejemplo, permite compartir documentos muy pesados (de hasta 1,5 GB) y almacenamiento ilimitado, crear grupos de hasta 200 miembros (frente los de 100 de su competidor), es gratuita y tal vez lo más importante: la privacidad y confidencialidad que promete.

Algunos partidos políticos, como Podemos y Ciudadanos, han nacido muy unidos a la red.

En el caso del partido que encabeza Pablo Iglesias, la relación es incontestable: Podemos nació en la red y se financió a través de la red. Nagua Alba, responsable de RRSS en la formación política, ha destacado la “naturalidad” y la “horizontalidad e inteligencia colectiva” como las bases de su estrategia.

Alba ha destacado “el poder viralizados” de la red como uno de los factores del que más se beneficia su partido. “Invitamos a los seguidores con iniciativas” y los contenidos se viralizan. Ocurrió con la campaña para la alcaldía de Madrid de Manuela Carmena, ha recordado.

Ciudadanos es también un partido con un cordón umbilical digital. Por esta razón, la importancia de las redes sociales en las estrategias preelectorales es fácil de entender, ha dicho Javier Pereira.

El líder del partido naranja, Albert Rivera, es el único responsable de su cuenta personal y el político más activo en Twitter, ha destacado. La naturalidad es también el factor que mejor encaja a la hora de llegar al ciudadano.

Entre los objetivos marcados antes de las elecciones del 20 de diciembre el que destaca Pereira es el de segmentar para llegar al “mercado de indecisos”. Sus armas: un equipo que da respuesta a las consultas de los ciudadanos a través de redes sociales.

En desventaja están los partidos políticos históricos, los que no cuentan con la etiqueta de nativos digitales. PP, PSOE e IU han tenido que adaptarse a la nueva realidad y entender la importancia del nuevo canal social.

Preguntado por esta transición Sergio Mesa, de Izquierda Unida, ha revelado que no fue difícil entender la importancia de los medios sociales. Él, junto a un equipo de 5 voluntarios, coordina todas las acciones comunicativas de la formación, desde la relación con medios de comunicación, hasta el análisis de interacciones positivas y negativas en redes como Twitter y Facebook. ¿Cuántos medios destina Izquierda Unida a su estrategia de social media? “Más que de medios hay que hablar de confianza”, contesta. Como sus homólogos, se nutre de herramientas gratuitas para la coordinación y elaboración de las campañas.

El discurso varía en el caso del PP y del PSOE. El representante de los populares en la charla, Alfonso García Vicente, se ha referido al “obstáculo de partida” que supone la “fuerte presencia territorial” de la formación, a la que ha definido como “un partido de sede”. Sin embargo, confía en que se convierta en la principal fortaleza en la medida que afrontan una “transición decidida” hacia las redes sociales.

Emi Escudero, PSOE, también ha admitido que han ido evolucionando en la temática, aunque ha sostenido que su importancia no se puso en cuestión en ningún momento.

A diferencia de Ciudadanos, Podemos e IU, cuyos equipos se nutren principalmente de voluntarios, los principales partidos políticos de España tienen importantes equipos tras la gestión de sus estrategias en redes sociales.

En el caso del Partido Popular cuentan hasta con un equipo de analítica y un grupo de 10 personas encargadas de gestionar las cuentas institucionales. “Pasamos más tiempo respondiendo a correos electrónicos que a tuits”, ha revelado García Vicente. Y es que uno de los puntos de la estrategia electoral del PP es precisamente trasladar la conversación social al correo electrónico, donde los ciudadanos reciben respuesta inmediata.

El PSOE tiene un “equipo multidisciplinar” a cargo de sus cuentas sociales. Su gestión, ha desvelado Escudero, es muy femenina. El equipo está formado por mujeres principalmente, aunque el jefe es un hombre, ha bromeado.

Nada de bots ni guerrillas. Sentido común

Las redes sociales se convierten a veces en una guerrilla, ha sostenido el representante popular. Lo ha hecho en referencia a los seguidores falsos que pueden comprarse para engordar el volumen de las cuentas, una polémica que salpicó al Gobierno, en relación al sonado descubrimiento de seguidores falsos en la cuenta de Twitter de Mariano Rajoy. Aunque el presidente del Gobierno no ha sido el único.

Todos los presentes han coincidido que la calidad gana a la cantidad, que parte del secreto del éxito está en la segmentación de mensajes y que la compra de bots puede arruinar una campaña.

“Como usuaria no me gusta que me bombardeen con el mismo mensaje constantemente”, ha dicho Nagua Alba, de Podemos. “Lo mismo les ocurre a los ciudadanos”.

En el fondo, se trata de aplicar el sentido común.