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Cuatrocientos bancos, entre ellos varios españoles, sufrieron a principios de año el ataque del troyano Silentbanker, un programa altamente peligroso que ponía en jaque la seguridad de la banca electrónica.
Silentbanker estaba lejos de ser un atacante sencillo. El troyano no sólo conseguía la información de los sites no encriptados, sino que además, y tal y como explicó el ingeniero de respuesta de seguridad de Symantec, Liam O Murchu, conseguía burlar todos los protocolos de seguridad.
De este modo, cada vez que el usuario de la banca electrónica enviaba sus datos a su oficina virtual, el propietario del troyano recibía una copia de la información que le permitía realizar el fraude.
El malware actuaba desde el ordenador del usuario reordenando el tráfico y el contenido de las páginas visitadas. Silentbanker podía introducir nuevos casilleros en los formularios de acceso del banco o reconducir las páginas de confirmación para que mostrasen la información de su interés.
Claves falibles
Así, podía burlar todas las iniciativas de seguridad que introducen los bancos virtuales, desde las simples nombre de usuario y clave y las más complejas de petición de segunda contraseña.
Las aparentemente infalibles claves vía sms se convertían igualmente en endebles para este troyano. Al redireccionar el tráfico (el banco enviaba la página original, que rebotaba en la aplicación y era modificada a gusto de los ‘malos’), la web que ve el usuario estaba reeditada para que éste vea lo que espera ver e introduzca la clave telefónica que acaba de recibir.
“No se trata de que te cojan únicamente los datos de la cuenta”, advierte O Murchu, “sino que además roban toda la información personal”. Con el nombre del usuario, su número de cuenta y su número de identificación (el DNI o pasaporte) cualquiera podría solicitar una hipoteca en su nombre.
Silentbanker es un ejemplo del futuro de los troyanos, como explican desde Symantec. “Éstos sofisticados empiezan a ser cada vez más populares”, explica O Murchu.