Un búnker: la fortaleza que custodia el datacenter más verde del mundo

Especial desde Suiza

La de Radix podría parecer la historia de una startup al uso. Nace en 2006 con la intención de ofrecer aplicaciones SaaS, desarrollo de software y recursos de computación rentables, sólidos y fáciles de usar. En 2009 decide dar su salto a la nube. En el camino se topan con AppLogic, la plataforma de CA Technologies que, como explica David Corriveau, CEO de Radix, era la que mejor se ajustaba a su ideal de negocio; “por la sencillez, agilidad y eficiencia de los procesos”.

Hasta aquí, nada especialmente llamativo, nada que se salga de la trayectoria vital de cualquier startup que se precie: tras el nacimiento, la evolución del negocio y la elección del partner que se ajustara a sus necesidades.

Pero lo que hace diferente a Radix se encuentra en el mismísimo corazón de los Alpes suizos.

Se trata de un antiguo búnker militar construido por los norteamericanos durante la Segunda Guerra Mundial y en activo también –tras una reconstrucción que lo hiciera resistente a ataques nucleares- durante la Guerra Fría, aunque en manos del ejército suizo.

“Hay más de 60.000 bunkers en Suiza”, explica Stéphan Grouitch, presidente de la Junta de Radix. Este, a pocos kilómetros de Altdorf, en el centro de Suiza, combina un gran espacio y una gran seguridad. “Estáis en el sitio más seguro”, asegura Grouitch.

La startup alquiló al ejército suizo la construcción en 2007 con el objetivo de alojar allí sus servidores. Hasta el momento tienen un solo módulo construido, pero esperan terminar más en las próximas semanas.

La ventaja que ofrece un lugar de estas condiciones para el alojamiento de infraestructura TI tiene que ver con dos componentes principales: la eficiencia energética y la seguridad.

La localización es óptima; además de la irrefutable belleza paisajística (se encuentra al pie de los Alpes suizos, en un entorno cubierto por un manto de un intenso verde donde pastan a sus anchas las famosas reses suizas), el búnker está a un kilómetro de un backbone (columna vertebral en su traducción del inglés);una de las principales rutas de datos entre redes de gran tamaño estratégicamente interconectadas y los principales routers de internet.

En la meca de la banca privada, no es de extrañar que entre los clientes de Radix haya entidades financieras seducidas sobre todo por el componente de la seguridad. Pero no son los únicos interesados. Tienen ya 25 clientes europeos y entre ellos una importante firma de seguridad. “La principal competidora de Kaspersky”, explica Corriveau, sin querer dar más detalles.

También clientes potenciales muy interesados en la oferta. Radix espera recuperar la inversión de 8 millones de francos suizos (más de 6,5 millones de euros) en apenas dos años y medio.

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El negocio de la firma tiene dos vertientes: por un lado, ofrece servicios a empresas que quieren subirse a la nube. No se encargan sólo del asesoramiento. “Les ofrecemos un servicio completo”, comenta Corriveau (CEO) en una entrevista que ofrece tras la visita a Silicon News.

Por otro lado, cumple el papel de algo muy parecido a una “inmobiliaria IT de lujo”; una afirmación ante la que sonríe Corriveau. En el búnker por el que guía a un puñado de periodistas, hay espacio de sobra para que la empresa que así lo desee, pueda alojar allí sus servidores.

Es un lugar insólito. “Es un lugar entre tenebroso y emocionante”, confiesa Andrea Dossena, vicepresidente de Negocio y Ventas de CA Technologies para la región EMEA.

Es una construcción de 300 metros de profundidad y 15.000 metros cuadrados; las paredes grises de hormigón, separadas por puertas de hasta 50 toneladas de peso y la baja temperatura crean una sensación cercana al desasosiego.

Hay largos pasillos con puertas a ambos lados como si de oficinas se tratase. Para las puertas se han utilizado materiales nobles con el secreto objetivo de humanizar un lugar gélido. “Si hay una guerra la gente puede seguir yendo a la oficina”, bromea el encargado de la visita guiada. También hay paredes decoradas con llamativos dibujos naíf, así pintadas con la finalidad de relajar a quienes tal vez hubieran necesitado pasar allí meses enteros.

Además de salas con generadores, módulos de servidores o un túnel de almacenamiento de agua (para alimentar el circuito de refrigeración que se sirve de agua propulsada directamente desde la montaña, a 4 grados de temperatura) y combustible, el búnker esconde muchos secretos.

Salas de operaciones con pantallas de radares o el “centro de mando” con mapas para construir posibles estrategias militares, son algunas de las curiosidades que esconde este recóndito lugar. “Tuvimos que quitar algunas cosas de aquí”, explica David Corriveau, “había cámaras en el techo pensadas para enfocar directamente al general en caso de tener que dar mensajes a la población”, revela.

Este datacenter, definido por Chris Dickson, de CA Technologies, como “uno de los más green del mundo”, es también un puente entre el pasado y el presente; la reconversión de un lugar construido con finalidad bélica en otro con propósitos bien diferentes. El denominador común y principal baza: la búsqueda de la más férrea seguridad.

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