“Wearable technology” o cómo vivir permanentemente conectado

Las gafas de Google han copado durante semanas el interés de profesionales, usuarios y medios de comunicación alrededor del mundo en tanto que modernizan el concepto de “computación para llevar”. Pero… ¿hay vida más allá de Google Glass?

La tercera en discordia, aunque de forma indirecta, es Instagram. El popular programa para sacar fotografías con un fuerte estilo vintage, recientemente adquirido por Facebook, ha inspirado al alemán Markus Gerke para plantear la construcción de unas “Instaglasses”. Básicamente el concepto consiste en llevar múltiples efectos fotográficos como filtros, marcos y colores retro a un objeto de uso cotidiano y alegrar el día a día de los usuarios. La lente de la izquierda mostraría el mundo tal y como es, mientras que en la lente de la derecha se planea incorporar un control deslizante para seleccionar las distintas opciones de filtrado. Por supuesto, estas gafas encerrarían la esencia original de la aplicación al permitir tomar una foto, con una cámara de 5 megapíxeles, y publicarla en Instagram con tan sólo pulsar un botón situado en el puente. Llevan Wi-Fi y 3G, junto con 2 GB de almacenamiento interno y batería de siete horas de duración.

De las lentes de contacto biónicas a los parches de piel electrónica

El destino de todos estos productos es, quizás, desprenderse de engorros externos hasta alcanzar las dimensiones y la manejabilidad de una simple lentilla compuesta por pequeños circuitos y diodos LED. De hecho, la tecnología ya está siendo puesta a prueba en la Universidad de Washington, en Seattle, cuyos investigadores aseguran que son totalmente seguras además de viables. ¿Su potencial? Infinito: desde leer texto y revisar la bandeja de entrada del correo, hasta jugar a videojuegos o mejorar la visión de obras de arte con información complementaria al estilo Terminator. La única pega es que carecen de una buena fuente de alimentación y que su pantalla es de un solo píxel. Por su parte, el correlativo del iPod de Apple sería Pebble, un reloj inteligente con pantalla de papel electrónico de alta resolución, microprocesador ARM, acelerómetro de tres ejes y siete días de autonomía que corre aplicaciones, controla ritmos de carrera y distancias, permite revisar notificaciones, reproducir música y se conecta con otros dispositivos (inteligentes) del usuario. Sus creadores han conseguido el favor del público, al reunir más de diez veces la cantidad fijada en la plataforma de crowdfunding Kickstarter.

En la muñeca también se puede colocar Up. Este monitor de la salud a modo de discreto brazalete ha sido construido por la compañía Jawbone y mantiene un registro estricto sobre las comidas y patrones de sueño de la persona que lo luce. También añade un seguimiento del movimiento y de los parones para aconsejar sobre la cantidad de ejercicio que sería necesario realizar. Incluso se puede programar para que vibre e incite a andar cuando se haya pasado mucho rato inactivo. Por muy exótico que este dispositivo pueda parecer, se puede considerar una extensión natural del estilo de vida de computación móvil que impera en la actualidad. Por ejemplo, se calcula que más de tres millones de corredores usan el sistema por sensores Nike+iPod en sus zapatillas cuando hacen ejercicio. Mientras que Nike+ FuelBand monitoriza ritmos de vida, sincronizando datos con el iPhone. Otras firmas como BodyMedia, con su banda FIT, y Apex Fitness, con BodyBugg, aportan asimismo dispositivos capaces de medir la cantidad de calorías que se queman al día.

Por su puesto, en la lista no podían faltar los intentos de volver inteligente a la propia ropa, con objetivos muy diversos. En este ámbito destacan los vestidos catalíticos diseñados por la profesora de moda Helen Storey según los dictámenes del químico Tony Ryan, así como las camisetas Apollo. Las primeras piezas de tela están cubiertas por diminutos sprays de dimensiones nanométricas que funcionan a modo de purificadores de aire, absorbiendo los agentes contaminantes y transformando el tóxico óxido nítrico en nitrato soluble en agua. La segunda, ideada por Ministry Of Supply, está tejida de forma similar a los trajes espaciales de la NASA para regular la temperatura corporal y evitar el sudor. También es anti-olor y anti-arrugas. Y, por si moldear materiales sintéticos no fuese suficiente, un equipo de ingenieros de las Universidaded de Illinois y Princeton ha creado un parche de piel electrónica o tatuaje autoadhesivo temporal que intercala chips de silicona con capas de poliamida para el diagnóstico médico y el control (del corazón, del cerebro y de los músculos) de los pacientes a distancia.

Hacia un futuro inteligente… y cristalino

Los caminos a explorar por este tipo de informática portátil son infinitos pero, sea a donde sea que nos dirija la comunidad científica, una condición reina en la conciencia de la mayoría de los implicados: además de focalizar esfuerzos en la función de los dispositivos, hay que preocuparse también por la forma. El futuro está en dispositivos más cómodos, reducidos, ligeros y bonitos… que se volverán casi invisibles hasta integrarse en nuestra vida cotidiana.