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Ayer, día 28 de enero de 2011, se cumplió el vigésimoquinto año desde la espantosa explosión del transbordador espacial Challenger.

Tras 1 minuto y 13 segundos de su despegue, el transbordador, aún perfectamente visible desde tierra, se desintegró, matando a toda su tripulación. Tras el salto, más detalles de lo que se reconoce como el mayor desastre de la historia de la aeronáutica.

En un principio, se había previsto lanzar el transbordador el día 22 de enero, pero la meteorología no acompañó. De hecho, nada acompañó: cuando no llovía, había fuertes vientos laterales. Cuando las condiciones eran mejores, empezaba a fallar el indicador y perno de una escotilla. Casi parecía que no quisiera despegar.
Pero finalmente, tras numerosos retrasos y cancelaciones, el lanzamiento se dispuso para el día 28.

Era una fría mañana la del 28: la temperatura era de únicamente un grado centígrado, justamente el mínimo para permitir los lanzamientos. Además, el equipo antihielo registró temperaturas de hasta -13 grados cerca de algunas juntas del transbordador, que finalmente achacaron a una mala medición, ya que estaba muy por debajo de la temperatura ambiente.
De cualquier modo, había mucho hielo acumulado en la estructura de servicio, y el equipo se pasó la noche retirándolo:

Pese a las advertencias y recomendaciones de muchos ingenieros, que recomendaron una nueva cancelación, el director y jefe de la misión decidió seguir adelante con el despegue. Dejó pasar otra hora en la que se hizo otra inspección, en la que aparentemente el hielo se deshizo.
Esta fue la tripulación:

Detrás, de izquierda a derecha, vemos a Ellison Onizuka, Christa McAuliffe, Gregory Jarvis, y Judith Resnik. Delante, a Michael J. Smith, Dick Scobee y Ronald McNair.

El despegue y accidente:
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=j4JOjcDFtBE[/youtube]

La explosión desintegró las partes del transbordador, pero no al completo. Parece ser que la cabina, o parte de ella, continuó de una pieza. A pesar de que sufrió una desaceleración de 20G (suficiente para dañar un cuerpo humano) se activaron tres mascarillas de oxígeno, lo que hace creer que algunos resistieron e intentaron sobrevivir.
No obstante, se había producido una pérdida de presión, lo que finalmente les dejaría sin conocimiento (aunque no es seguro), y la cabina se precipitó en caída libre. Finalmente, impactó contra el mar a 333 km/h, destrozando todo y sin posibilidad de reconstruir lo que ocurrió a partir de los restos.

¿Por qué?

¿Por qué explotó? Al parecer, una de las juntas tóricas (una especie de gran junta de goma), debido al frío que hizo, se desgastó. Se produjo un escape de gas, que perforó el motor principal (a base de erosionarlo), hasta que se incendió. En pocas palabras, lo que sabemos todo el mundo: que la goma, a la intemperie, se gasta. Estas juntas eran puntos de criticalidad 1, llamados así porque su fallo implica la muerte de toda la tripulación.

A partir de ahí, se supo que algunos directores de la NASA a menudo se saltaban recomendaciones de seguridad para seguir el horario de los vuelos.
El sistema de juntas, desde el incidente, ha sido reforzado, y a menudo el caso del Challenger es presentado en ejemplos de seguridad y ética. — Javier G. Pereda [Gizmodo USA, Wikipedia]