5 consejos para mantener la eficiencia energética en verano

Si crees que esta batalla está perdida en verano, cuando el calor aprieta y sistemas como el aire acondicionado florecen por doquier, estás equivocado.

Ya sea porque quieres contribuir al cuidado de medio ambiente, o bien por causas menos nobles pero vitales para la supervivencia de tu empresa, como la necesidad de recortar gastos, el ahorro energético es tu aliado. Se puede ser verde y ajustar los presupuestos separando por componentes la basura que también se genera en la oficina, comprando productos elaborados exclusivamente con material reciclado o reutilizable y limitando las impresiones de documentos sólo a las indispensables, por ejemplo. Aunque una de las batallas ecológicas más duras que se ha de librar en el espacio de trabajo es la del consumo eléctrico y el desperdicio energético.

Si crees que esta batalla está perdida en verano, cuando el calor aprieta y sistemas como el aire acondicionado florecen por doquier, estás equivocado. En Silicon News os dejamos cinco trucos que contribuyen a mantener los niveles de eficiencia incluso en pleno agosto:

1. Si no lo estás usando, apágalo. Suena a tirón de orejas maternal pero es que… ¿qué hay más certero que esas lecciones que nos daban de pequeños? ¿Por qué no íbamos a seguir aplicándolas? Las oficinas modernas se encuentran repletas de dispositivos eléctricos que necesitan estar enchufados a la corriente para funcionar, si no constantemente sí al menos de vez en cuando, para reponer la carga de su batería. Desde los ordenadores de escritorio a los portátiles hasta impresoras, faxes, teléfonos fijos, frigoríficos, cafeteras, lámparas y casi cualquier cosa de la que echarás mano al cabo del día, son muchos los aparatos que chuparán corriente hasta elevar la factura económica. Si no vas a usar alguno de ellos, desactívalo y desenchúfalo. No pienses que dejarlo en “stand by” basta, ya que este modo de funcionamiento también consume. Además, cuando estos equipos se mantienen encendidos generan calor y no creemos que eso sea precisamente lo que busques en pleno verano.

En el caso concreto de las computadoras, deberías olvidarte de los salvapantallas animados, bajarles el brillo y optar por configurarlas para que el sistema se suspenda tras pasar unos minutos sin hacerle caso. ¿Que te vas de vacaciones? Córtale el suministro. Y si estás pensando en comprarte un PC o un monitor nuevo, ten en cuenta sus especificaciones más allá del precio final. Fíjate que posea una pantalla de cristal líquido, ya que será menos agresiva que otros modelos, y procura que el aparato haya sido homologado con algún sello oficial de eficiencia, como Energy Star.

2. ¡Hay una aplicación para eso! Hay aparatos que consumen más que otros y también existen formas de rebajar los niveles de consumo de un único dispositivo, ajustando su configuración. No te preocupes si quieres ser más eficiente energéticamente pero no sabes cómo hacerlo de buenas a primeras, ya que existen programas de software que están especializados en cuestiones de ahorro y que te ayudarán a equilibrar tus necesidades laborales con una utilización más inteligente de los recursos y, por supuesto, con una práctica más respetuosa con tu entorno. Con ellos podrás poner a prueba tu conducta habitual y corregir defectos. Y no sólo a la hora de trabajar con el ordenador o para buscar soluciones que le permitan a la batería de tu smartphone durar más tiempo, también cuando emplees fuentes naturales como el agua, al tirar de aire acondicionado si las temperaturas de la calle aprietan o al gestionar la iluminación de tu despacho. Muchos de estos programas existen en forma de aplicación móvil, disponibles para descarga en las tiendas oficiales.

3. Cara y cruz del Sol. El Sol da luz, pero también calor. Se trata de la cara y la cruz del astro rey, que durante todo el año ansiamos que deje de esconderse tras un manto de nubes aunque al final termine por achicharrarnos. Y es también uno de los principales condicionantes para seguir siendo eficientes en verano, tanto a nivel de esfuerzo y rendimiento como desde un punto de vista puramente medioambiental. Intenta paliar sus efectos bajando las persianas y refrescándote a menudo. Instala toldos o cualquier invento que evite una exposición demasiado directa. Y piensa en los beneficios de las energías renovables. Si tu gasto eléctrico es elevado, quizás te convenga invertir en sistemas de placas solares que transformen los inconvenientes en ventajas. Por cierto, si al final no te queda otra que encender la luz, porque tu oficina no es muy luminosa o trabajas de noche, opta por comprar bombillas LED de bajo consumo. Tu bolsillo y la naturaleza lo agradecerán a la larga. Aparte, cabe señalar que emiten menos calor y dura más. Otra idea es dotar tus instalaciones de sensores de presencia para que las luces se enciendan si hay alguien cerca y se apaguen solas si no hay movimiento.

4. Cada grado importa. En caso de que colocar unos cuantos estores por la estancia y crear corrientes de aire, abriendo puertas y ventanas en las horas de menos calor, no sea suficiente para reducir la sensación de “achicharramiento” entre quienes deben acudir a la oficina en agosto, lo previsible es que el grupo entero de empleados acabe rindiéndose y utilizando el aire acondicionado. Esto es, suponiendo que tu empresa se haya preocupado instalar uno de esos sistemas. Si vas a encender este método de refrigeración, no te dejes llevar y comiences a pulsar botones a lo loco hasta convertir la estancia en una nevera. La regla número uno es no extremar nunca las diferencias de temperatura entre el interior y el exterior, incluso por cuestiones de salud. La segunda, mantenerse en torno a los 24º centígrados, grado arriba o abajo, como ideal para esta época del año. Descontrolarse por encima o por debajo acaba repercutiendo económicamente. De todos modos, si de lo que se trata es de sentirse cómodos, tampoco conviene olvidarse de la vestimenta: despréndete de chaquetas y tejidos gruesos que asfixien con sólo pensar en ellos.

5. Cuando la movilidad va más allá del teléfono. La sociedad es cada vez más móvil, y eso se nota en las ventas de gadgets manejables como smartphones  y tabletas que ya no son instrumento exclusivo del área personal. Son dispositivos que también se han abierto paso entre los profesionales. Y ése no es el único concepto de móvil que deberías estar dispuesto a aceptar. ¿Qué pasa con el transporte? ¿Nunca has pensado en ir la oficina en bicicleta? Esta época es perfecta para el cambio, ya que te librarás de chaparrones, atascos y, de paso, tonificarás un poco los músculos tras tantas horas sentado en la oficina. El transporte público es otra magnífica elección que contribuye a reducir la polución. Y, si las distancias no son exageradas, siempre puedes aprovechar para volver andando a casa tras tu jornada de trabajo. Para los que prefieran seguir cogiendo el coche, vale la pena plantearse la opción de los recorridos conjuntos con otros compañeros de trabajo. Turnarse en los viajes significa pagar menos en gasolina. A la hora de conducir, junto a las medidas de seguridad correspondientes, se suelen sugerir marchas largas, pocos acelerones y detener el motor en paradas largas, entre otras cosas.

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