5 formas en las que la tecnología moldea el futuro del trabajo

Las herramientas tecnológicas pueden ayudar a reducir la jornada laboral, controlar los horarios y lograr una conciliación efectiva, pero también debe respetarse el derecho a la desconexión y cuidar la salud mental de los empleados.
El avance tecnológico influye en el desarrollo del entorno de trabajo y permite a las empresas rediseñar sus modelos operativos para adaptarse a un mercado competitivo y cumplir también con las expectativas de la fuerza laboral.
La portuguesa SISQUAL WFM observa cinco grandes tendencias que marcarán el futuro del empleo, comenzando ya en este 2025, en las que estará implicada la tecnología.
La primera es la “reducción de la jornada laboral” por debajo de las 40 horas semanales, lo que obliga a “una planificación más eficiente del tiempo y los recursos”.
Para ello serán útiles herramientas que permiten redistribuir los turnos y optimizar la carga de trabajo, cumpliendo con la normativa al tiempo que se respeta la continuidad operativa.
Otro fenómeno es el de la “digitalización del control horario“, que contribuye a la trazabilidad del tiempo trabajado y también impulsa la autonomía de los empleados.
Los trabajadores pueden acceder al sistema de fichaje vía app, desde cualquier dispositivo, para gestionar ausencias, vacaciones y el intercambio de turnos.
En tercer lugar, existe “el derecho a la desconexión digital“. Con una solución automatizada se limitan los contactos fuera del horario de trabajo para respetar el descanso de la plantilla y prevenir su desgaste.
SISQUAL WFM apunta a una “conciliación real, la flexibilidad como ventaja competitiva“. El hecho de ofrecer a los trabajadores la posibilidad de gestionar sus horarios con ayuda de la tecnología sirve tanto para retener talento como para atraerlo. También reduce el absentismo.
Por último, cuestiones como el binomio “bienestar emocional y salud mental” deben ser una prioridad para empresas y empleados, más allá del horario o el salario.
Esto pasa por “entornos saludables” y “la capacidad de las organizaciones para distribuir de forma equitativa las cargas de trabajo, detectar signos tempranos de fatiga o estrés y fomentar dinámicas más colaborativas”.