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Dos elementos delatarían de manera casi inmediata a una fábrica de bitcoins: enormes ventiladores para mantener refrigeradas las instalaciones y en algún punto de estas un arrumbamiento de equipamiento informático que tras apenas unos meses ha quedado completamente obsoleto para esta misión de crear dinero de la nada. Dinero virtual que aparece tras resolver un problema matemático, pues tal es, en esencia, el mecanismo para crear un bitcoin.

En medio del ambiente de industrialización feroz de algunas zonas de China una nave con poco personal que acuda a ella puede pasar fácilmente desapercibida e incluso a ojos de los menos entendidos podría tomarse como un simple alojamiento de servidores con propósitos diversos, desde alojamiento de páginas web a computación en la Nube. Pero a la discreción del emplazamiento hay que sumar que sólo entendidos en la materia serían capaces de reconocer los equipamientos en este caso como de una potencia casi sin igual y además se trata de equipamiento con un fin muy concreto: crear dinero.

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Quien se acerque a una de estas naves recibirá como primera señal, auditiva y a distancia, el zumbido constante que surge de la combinación de los mencionados ventiladores de refrigeración de la instalación junto con el que procede de los propios procesadores específicos para la labor de “minar” bitcoins, miles de diminutos chips ASIC trabajando incesantemente. La consecuencia es que una vez en el interior de las instalaciones el visitante experimentará una sensación extraña: hay viento. Una corriente constante que refrigera tal cúmulo de maquinaria. A pesar de ello hace calor, unos casi insufribles 40º que se mantienen invariables día y noche, precisamente gracias a los enormes ventiladores que evacuan el exceso de temperatura hacia el exterior.

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Pasillos repletos de los ordenadores encargados de resolver los algoritmos que encierran la clave de la obtención de nuevos bitcoins se pierden en la distancia en el interior de la nave. Pasillos repletos de cables y de nuevo presencia constante de enormes ventiladores que se encargan de que el calor no termine fundiendo los procesadores.

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La exigente potencia para resolver el complejo proceso de minado de bitcoins requiere en todo momento la maquinaria más potente. Cada poco tiempo se produce renovación del equipamiento informático y el resultado es que los equipos “viejos”, obsoletos con apenas unos meses de vida, van amontonándose por los rincones más alejados de las instalaciones, sin que parezca que a nadie se le ocurra darles una segunda vida o venderlos siquiera como chatarra al peso. Lo único que sí conserva algo de valor son las fuentes de alimentación, que sí pueden ofrecer un servicio útil a la causa una vez extraídas de sus obsoletos emplazamientos.

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En el caso concreto de esta fábrica de bitcoins hay 2.500 máquinas destinadas al minado capaces de efectuar 230.000 millones de operaciones por segundo. Una de las consecuencias de este poder de proceso es el elevado consumo eléctrico, que supone una factura de más de 40.000 € mensuales.

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Para mantener en funcionamiento toda esta instalación únicamente son necesarios tres empleados, dedicados durante las 24 horas en tres turnos a comprobar que toda la maquinaria funciona sin problemas, haciendo rondas cada hora, encargándose si es necesario de reparar o sustituir servidores dañados, cables deteriorados… o ventiladores que han agotado su vida útil. El resto del tiempo lo dedican a ver películas o jugar con videojuegos. La “jornada laboral” incluye vivir en un espacio habilitado dentro de la propia fábrica que sólo abandonan durante 4 ó 5 días que tienen libres al cabo del mes.

vINQulo

The Coinsman