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Este año la pugna por el título de peso pesado entre los smartphones corresponde a los ya conocidos Samsung Galaxy S4, Motorola X Phone, HTC One, Blackberry Z10 junto con el inminente iPhone5S. Todos ellos excelentes terminales pero ninguno de ellos supone nada cercano a una revolución de la telefonía móvil, ni del concepto de smartphone. Podemos resumir en que todos son más de lo mismo, entendiéndose ese “más” en su doble acepción porque no solo se trata de continuar transitando la senda ya conocida sino que ampliamos prestaciones (como siempre) y tamaño, que parece ser la fiebre en los últimos tiempos.

Podemos afirmar, a pesar de la expectativa con que suele acogerse la presentación de estos dispositivos, que desde que apareció el primer iPhone en 2007 todo han sido variaciones sobre el mismo concepto. Cambian las prestaciones, el tamaño, los materiales, las tecnologías de conectividad… pero seguimos en esencia con lo mismo en las manos, ya nada nos sorprende porque ya nada revoluciona, básicamente con cualquier dispositivo de los que actualmente pueden adquirirse podemos hacer exactamente lo mismo sin importar precio, marca o sistema operativo. Ni siquiera generación.

Las estadísticas nos hablan de la gran cantidad de usuarios de Android que aún mantienen en sus aparatos la versión 2 mientras cualquier día aparecerá la 5. En ocasiones sucede porque no todos los usuarios de smartphones tienen la preocupación o los conocimientos oportunos, en gran número de ocasiones ni siquiera importa y la única preocupación es poder seguir llamando, haciendo fotos y enviando mensajes de Whatsapp.

En mi caso (por poner un ejemplo personal) a pesar de haber llevado durante varios meses un iPhone 5 de prueba cortesía de Apple cuando lo devolví recuperé un viejo HTC HD2, un móvil de 2009, al que por curiosidad logré instalar Android 2.2 sobre su original Windows 6.5 y ante la perspectiva de que Apple no va a sacar un iPhone Nano y dado que voy a todas partes con el iPad y no necesito un móvil con pantalla grande (el HTC HD2 tiene una de 4″ que ya me incomoda en el bolsillo) me he beneficiado de una oferta de mi operador para hacerme con un iPhone4S, un dispositivo que en esencia pertenece a 2010 (año de presentación del iPhone4). Frente a una gran masa de usuarios que quieren estar a la última hay una cantidad no menos importante referida a quienes sólo cambian de smartphone cuando el operador les hace una oferta interesante, cuando se les rompe el suyo o cuando se lo cambian en el trabajo si es de móvil de empresa. Y muchos no tienen la sensación de experimentar un salto cualitativo entre sus móviles de hace un par de años y los de hoy, más allá de disponer de pantallas más grandes, cámaras de más megapíxeles y poco más.

Se podría afirmar que llevamos seis años en que todos tratan de refinar la fórmula del iPhone original, se dan vueltas en torno al mismo terreno pero no se avanza más allá, con “revoluciones” como un Sony Xperia que puede sumergirse o un LG G2 que tiene los botones de control de volumen en lugar de en el lateral ubicados en la parte trasera. Incluso novedades tan llamativas como el interfaz de manejo “no táctil” del Galaxy S4, que permite interactuar mediante gestos de la mano sobre la pantalla pero sin llegar a tocarla o la función que detiene la reproducción de un vídeo si apartamos la mirada momentáneamente de la pantalla han llegado a concitar las quejas de algunos usuarios frustrados con las molestias que pueden llegar a ocasionar tales avances.

Con el iPhone original se perdió la sorpresa, y de hecho esto ha alcanzado a otros dispositivos, porque al final un tablet no es sino un smartphone tamaño XXL (o XL en el caso de los de 7 pulgadas) y al final los relojes inteligentes no serán más que smartphones en talla XS. Pero compres el que compres, todos los smartphones del mercado son iguales… a excepción quizá de los cuatro modelos que al estilo Blackberry continúan ofreciendo miniteclado qwerty, pero el éxito de ventas de dichos terminales habla a las claras sobre sus expectativas de vida.

Ya se ha alcanzado la saturación del mercado en su gama superior, con las ventas del iPhone comenzando a declinar y con sus competidores más directos por prestaciones y/o materiales (Samsung Galaxy S4, HTC One, Sony Xperia Z, Nexus 4, Motorola X Phone…) viendo como no pueden adquirir más cuota de mercado viéndose obligadas las marcas (algo que ha hecho muy inteligentemente Samsung) a volcarse en las gamas medias y de acceso, el único nicho por donde pueden crecer gracias en parte a los mercados emergentes y especialmente a China e India. De ahí el inteligente movimiento de Apple ofreciendo un terminal low cost, el iPhone5C, con carcasa de policarbonato en lugar de aluminio (además de algún presumible recorte de prestaciones con respecto al 5S) que permitirá que haya un móvil nuevo pero asequible con el logo de la manzana mordida, en lugar de tener que recurrir (como hemos hecho algunos que quizá no seamos tan exigentes) a un terminal del año pasado o de hace dos años… recordemos que Apple continúa vendiendo el iPhone3GS, móvil que salió a la venta en 2009.

El futuro más inmediato va a consistir en dotar de millones de smartphones de gama media a todos esos nuevos usuarios. Casi todo el mundo que quiere tener un iPhone o un Galaxy S4 (y que dispone de los medios para adquirirlo, claro) puede tenerlo y de hecho lo tiene, quedando poco hueco en la cima para nuevos actores.

Estamos cada vez más cerca del punto en el que todos los móviles van a ser esencialmente lo mismo y elegir uno u otro casi va a ser cuestión de gustos con cada vez menos variantes, una homogeneización del smartphone que no podrá tener otra consecuencia que la muerte del concepto de este dispositivo. Ya debería haber alguien pensando en cómo será la próxima generación de los teléfonos móviles, y probablemente no será ni unas gafas ni un reloj.

vINQulo

Business Insider