Comunidad virtual: un punto de encuentro que impulsa la actividad empresarial de la mujer

Hace ya algunos años que Internet revolucionó nuestras vidas poniendo a nuestra disposición un campo de conocimiento casi inabarcable.
A pesar del tiempo transcurrido y de haber asumido que inevitablemente la Red forma parte de nuestro quehacer cotidiano, la infinidad de posibilidades que Internet pone a nuestro alcance no dejan de sorprendernos, tal es el caso de las redes sociales.
Este nuevo fenómeno, muy joven sobre todo en nuestro país, viene a aportarnos un nuevo concepto en el complejo universo de las relaciones sociales.
Si bien la revolución de las redes sociales no ha hecho más que comenzar ya son miles de internautas los que comparten e intercambian gustos, aficiones e inquietudes. El estudio Mediascope EIAA Europe revelaba, a finales del año 2007, que el 47% de los usuarios en España se comunicaban a través de redes sociales al menos una vez al mes. Una cifra ligeramente superior al 42% de la media europea.
En esta línea precisamente otro estudio realizado por la compañía RapLeaf entre 40 millones de usuarios de 15 de las redes sociales más populares, ha demostrado que la cifra de mujeres que se conectan a alguna de estas redes rebasa los 24 millones de adeptas, dejando en 20 millones el número de varones que hacen uso de ellas.
Pero como toda regla ésta también tiene una excepción y es que sólo en las redes profesionales la mayor afluencia de usuarios pertenece al sexo masculino. Casi como un reflejo de la vida real, en el mundo virtual sigue existiendo un desequilibrio entre profesiones en cuestión de sexos. De ahí la importancia de fomentar y crear redes profesionales en las que las mujeres puedan impulsar, fortalecer y consolidar su actividad empresarial.
Su funcionamiento se basa en compartir información, conocimientos y otros contactos.


En este contexto la formación resulta más eficaz ya que este conocimiento que se tiene de las usuarias pone, precisamente, de manifiesto los aspectos concretos en los que las empresarias necesitan adquirir habilidades específicas para impulsar sus negocios y por lo tanto se pueden elaborar con mayor exactitud las materias formativas que requieran.
Además las nuevas tecnologías permiten, a través de la comunidad virtual, que las mujeres se beneficien de la información y formación específica adaptada a sus necesidades y a su tiempo disponible siguiendo el plan formativo que más les interese desde donde quieran y en el momento que lo precisen.
A través del contacto en la Red las empresarias pueden establecer relaciones con otras mujeres que comparten intereses profesionales comunes y es una eficaz fuente de colaboraciones, alianzas e inversiones.
En la comunidad virtual el principio de reciprocidad tiene un efecto multiplicador, es decir, cuanto más dispuestos estemos a colaborar con nuestros contactos y compartir conocimientos, más se podrán beneficiar el resto de las profesionales de la Red que a su vez tendrán una mayor predisposición para colaborar y poner en común sus habilidades, lo que redundará en beneficio de todas las implicadas.
Estas redes se convierten en una verdadera filosofía de vida fundamentada en la interdependencia de unas con otras y en las que los programas de entrenamiento contribuyen al crecimiento personal y profesional de todas las mujeres vinculadas.