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En los últimos meses hemos sido testigos de preocupantes noticias sobre la crisis financiera mundial y sus consecuencias económicas pero, ¿cómo afectará a los derechos humanos? ¿Y al empleo, la educación, la salud, o la protección de los más vulnerables? ¿Existe el riesgo de que entremos en una “recesión de los derechos humanos”?
Aunque todavía es pronto para predecirlo con exactitud, la Organización Internacional del Trabajo ha estimado que el desempleo en el mundo podría aumentar hasta más de 20 millones de personas debido a la crisis económica, lo que podría empujar a muchas personas desempleadas, sobre todo migrantes, a trabajar en la economía sumergida, dónde, incluso si se trata de Europa, los trabajadores están sometidos a condiciones de “cuasi esclavitud”.
Conforme va aumentando el número de economías que entran en recesión y son más los gobiernos que desvían fondos para proteger a los bancos y al sector financiero, aumenta el riesgo de que se apliquen recortes presupuestarios en sectores como la educación, la sanidad o la asistencia social, lo que afectaría principalmente a los que más necesitan estos recursos.
Paralelamente, se buscaría un culpable de la situación  y los más vulnerables se convertirían en el chivo expiatorio como ya ha ocurrido en ocasiones similares. Corremos el riesgo de que se produzca una espiral de xenofobia y antisemitismo o un florecimiento de ideologías extremistas  y aumente la exclusión o la discriminación descarada de personas discapacitadas, ancianos o incluso mujeres que a menudo tienen empleos precarios.
¿Qué podemos hacer?
Los gobiernos tienen el deber de asegurar el bienestar de la población y de garantizar los derechos humanos. En sus esfuerzos por garantizar que la economía funcione de forma eficaz, la política de los gobiernos debe operar dentro de un marco de derechos humanos y en un mundo globalizado sólo pueden lograrlo fomentando la cooperación multilateral y la solidaridad y la concienciación de la responsabilidad social de las empresas.
Las empresas por su parte son cada vez más conscientes de que unas buenas leyes en materia de derechos humanos, igualdad de oportunidades y justicia social les beneficia a largo plazo. Con los años, la responsabilidad social de las empresas ha pasado de ser buenas palabras a convertirse cada vez más en un factor de éxito.


La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 establece, junto a los derechos políticos y sociales, algunos de los derechos más esenciales que tienen relación con la actual crisis: el derecho al trabajo y a unas condiciones laborales satisfactorias, el derecho a la seguridad social, el derecho a la salud y la educación o el derecho a la protección y cuidados en situaciones de crisis.
Aunque estos derechos económicos y sociales se han convertido en parte integral del Derecho internacional sobre derechos humanos, muchos gobiernos todavía dudan en aplicarlos. Y, ¿qué coste conlleva no aplicarlos? Cómo es evidente en muchas partes del mundo el coste es la depravación, la exclusión social y económica y la marginación que conllevan el peligro de provocar alineación social y política, discriminación, radicalización o conflicto.
Hay quién argumenta que los derechos humanos son un «lujo» que no podemos permitirnos en tiempos de crisis económica pero históricamente ha quedado demostrado que la mejora en la protección de los derechos humanos va unida a la prosperidad y la riqueza. Entonces, ¿es la riqueza una condición previa a «permitirse» la protección de los derechos humanos o simplemente la adecuada protección de  los derechos humanos y el Estado de Derecho son la base sólida y sostenible sobre la que prosperan las sociedades?
Estoy convencido de que es esto último: un marco legal eficaz y efectivo que garantiza que las personas pueden  desarrollar todo su potencial independientemente de su procedencia, sexo o edad  es la mejor base para el crecimiento económico y la prosperidad. Por eso necesitamos establecer una verdadera protección de los derechos humanos para todos los seres humanos.
Los tiempos de crisis han sido a menudo un motor de cambio para alcanzar un mayor nivel de protección de los derechos humanos. En este sentido, la actual crisis económica podría ayudarnos a avanzar en la protección de los derechos humanos aplicando finalmente los extraordinarios estándares que nos impusimos hace ya 60 años en la Declaración Universal.
En última instancia, los derechos humanos tienen que ver con la dignidad de la persona. Es esta dignidad la que tenemos que preservar especialmente en tiempo de crisis. No es una elección sino una obligación.
*Copyright de la fotografía: FRA/Voglhuber
*La FRA es la agencia de la Unión Europea que vigila el cumplimiento y respecto de los derechos humanos.