De la obligación al valor: por qué la accesibilidad digital ya no es opcional

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La accesibilidad digital ya no es opcional: del cumplimiento normativo al valor estratégico

David Pereira, Head Quality Engineering & Testing en Sogeti España, advierte que la accesibilidad digital no es solo una obligación legal: es una inversión clave para la calidad, la inclusión y la competitividad en la era digital.

Aunque la digitalización ya forma parte del tejido operativo de la mayoría de las organizaciones, no todos los elementos que deberían acompañar ese avance reciben la misma atención. Mientras conceptos como automatización, inteligencia artificial o experiencia de cliente ganan protagonismo en los planes estratégicos, la accesibilidad digital sigue quedando en segundo plano. Sin embargo, garantizar el acceso equitativo a productos y servicios digitales no es solo una cuestión de cumplimiento normativo: es una condición indispensable para construir entornos digitales realmente inclusivos, sostenibles y de calidad.

La accesibilidad digital implica garantizar que todas las personas, independientemente de sus capacidades físicas, sensoriales o cognitivas, puedan acceder y utilizar productos y servicios digitales en igualdad de condiciones. No se trata únicamente de una exigencia legal o de una acción de responsabilidad social; es un elemento estratégico que mejora la usabilidad, amplía el mercado potencial y refuerza la imagen corporativa de cualquier organización.

La inminente entrada en vigor del Acta Europea de Accesibilidad, el próximo 28 de junio de 2025, marca un punto de inflexión. Esta normativa obligará a que nuevos productos como páginas web, cajeros automáticos, dispositivos móviles o libros electrónicos, y servicios como la banca digital, el comercio electrónico o el transporte público, sean accesibles para todos. El incumplimiento puede acarrear sanciones económicas y perjuicios reputacionales, pero lo más relevante es que muchas organizaciones aún no han comenzado a prepararse para este cambio estructural.

A pesar del contexto normativo y de la creciente demanda social, los avances reales siguen siendo desiguales. Sólo el 47% de las organizaciones afirma haber mejorado la inclusión digital a través de pruebas de accesibilidad como parte de sus procesos de calidad y sostenibilidad. Es un dato positivo, pero aún alejado de lo que debería ser un estándar básico en cualquier entorno digital moderno.

Incorporar la accesibilidad desde las primeras etapas del ciclo de vida de un software posibilita cumplir la ley y mejora la experiencia de usuario, reduciendo los errores en el diseño y reforzando la robustez y resiliencia operativa de las soluciones tecnológicas. La experiencia acumulada en varios sectores clave demuestra que integrar la accesibilidad en los procesos de calidad es perfectamente viable y, además, tiene un impacto transformador.

En el campo de los seguros, por ejemplo, algunas compañías están implementando servicios de testing de accesibilidad continua como parte de sus procesos de aseguramiento de calidad digital. Tras alcanzar el nivel de accesibilidad AA establecido por las Web Content Accessibility Guidelines, el objetivo ahora es avanzar hacia el nivel AAA, el más alto de conformidad, que comporta requisitos aún más exigentes. A través de auditorías periódicas, revisión manual experta y reportes técnicos detallados, esta iniciativa no solo ha permitido cumplir con los requisitos legales, sino también elevar los estándares internos de diseño y desarrollo, promoviendo una cultura más inclusiva.

En el ámbito del sector público, donde la accesibilidad no es opcional sino una obligación normativa, también se están dando pasos importantes. Diversos organismos con funciones de supervisión financiera han implantado de forma sistemática servicios de aseguramiento de la accesibilidad digital en sus sitios web, demostrando que es posible incorporar estos requisitos en entornos altamente regulados. Gracias a metodologías alineadas con estándares internacionales y a enfoques progresivos de mejora continua, estas organizaciones han logrado escalar desde niveles de madurez iniciales hasta alcanzar el cumplimiento completo del nivel AA exigido. Todo ello mediante una combinación de herramientas automáticas, revisiones manuales especializadas y una implicación activa de los equipos de calidad y tecnología.

Si nos fijamos en el sector bancario, cada vez son más las entidades que apuestan por incorporar la accesibilidad digital como parte estructural de sus canales públicos. A través de auditorías continuas y de la aplicación sistemática de los principios de perceptibilidad, operabilidad, comprensibilidad y compatibilidad tecnológica, se está logrando adoptar la accesibilidad en los flujos de trabajo de desarrollo digital. Esta evolución facilita el cumplimiento normativo y mejora la experiencia de cliente, reforzando la inclusión desde el diseño.

Todos estos casos comparten un elemento en común: el enfoque preventivo y estratégico. Más que corregir errores después de lanzar un producto, lo importante es establecer un marco de trabajo que garantice que la accesibilidad está presente desde el diseño inicial hasta el mantenimiento posterior. La combinación de herramientas automáticas, metodologías como TMAP (Test Management Approach), que facilitan la inclusión de la calidad en todo el ciclo de vida del desarrollo de software, no solo al final, y la revisión especializada, permiten escalar este enfoque a diferentes contextos, plataformas y niveles de madurez.

En definitiva, el reto de la accesibilidad no es solo técnico; también es cultural. Integrar la accesibilidad requiere una transformación transversal que involucre a los equipos de desarrollo, calidad, diseño, negocio y legal; y conlleva entender que las barreras digitales son exclusiones reales que afectan a millones de personas y no fallos menores. Hoy en día, cuando la normativa europea va a obligar a cumplir con criterios claros y exigibles, las empresas que no hayan asumido aún la accesibilidad en su modelo de calidad corren el riesgo de quedarse atrás. No solo por las posibles sanciones, sino porque los usuarios —todos los usuarios— empiezan a valorar activamente la inclusión como parte de su experiencia de marca. Apostar por la accesibilidad no es un gasto; es una inversión en calidad, reputación y futuro. Las organizaciones que la apliquen de forma estructural, sistemática y medible estarán mejor posicionadas para competir en un entorno digital cada vez más diverso, exigente y responsable.

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