Pat Gelsinger quiere asegurar la fabricación propia de los microchips de Intel. En la imagen, una oblea de próxima generación con docenas de procesadores
Desde hace más de dos años la situación en el mercado de los microchips ha atravesado una ausencia de stock debida al cuello de botella que supuso la interrupción de la producción derivada de lo confinamientos iniciales durante la pandemia.
Desde entonces se han sucedido los parones en las cadenas de producción de diversas industrias, desde la de dispositivos electrónicos a la de automoción por la falta de existencia de microchips. Pero en la actualidad, y de forma completamente inesperada, los fabricantes se están encontrando con una situación contradictoria con los antecedentes: exceso de inventario. Contradictoria porque aún sigue existiendo escasez de semiconductores.
Fabricantes de microchips como Intel o Nvidia están reportando exceso de componentes en sus almacenes mientras continúa habiendo sectores donde aún no se ha restablecido un suministro fiable y constante de componentes clave, y la respuesta está en el otro lado del mostrador: una caída de la demanda. Son los consumidores quienes están dejando de demandar determinados productos como ordenadores.
En concreto, tras el pico inicial de incremento de la demanda, sobre todo en equipos portátiles para trabajar en casa y para la educación a distancia, la relajación de los confinamientos y el regreso a una cierta normalidad han estancado la necesidad de adquirir estos equipos. Por otra parte, y por razones completamente diferentes, se está produciendo un desinterés en las nuevas gamas de smartphones, lo que también estrangula la demanda en este sector y, por tanto, reduce los pedidos en la cadena comercial, los fabricantes de móviles reducen producción y terminan siendo los fabricantes de chips quienes se encuentran con acumulación de existencias.
Finalmente los ensambladores han restringido los pedidos sobredimensionados de meses atrás, motivados entonces por el temor a quedarse sin existencias. La oferta se ha ajustado a la demanda que existe de sus productos y, por tanto, falta aún por producirse el necesario ajuste con la propia cadena de producción de chips, que había previsto que podría continuar el incremento de demanda previo.
Se calcula que los fabricantes disponían el pasado mes de febrero de existencias de microchips suficientes como para cubrir 6 semanas de producción mientras que el pasado mes de julio esa cifra aumentó hasta 7 semanas. La consecuencia es que se han reducido drásrticamente los ingresos de los fabricantes de chips. Por ejemplo Intel ha marcado unos ingresos trimestrales de 2.600 millones de dólares, un 15 % menos de lo previsto mientras que Nvidia ha tenido un descenso del 19 % en los ingresos del segundo trimestre en comparación con el anterior.
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