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A Facebook se le acumulan los problemas. Por si no era suficiente con la escalada de la competencia (desde gigantes como Google a startups como Diaspora o Unthink) y la multiplicación de las estafas que usan sus muros para propagarse (la última ha inundado la red de porno y violencia), ahora parece no tener más salida que aceptar auditorías durante dos décadas para calmar los ánimos de los usuarios sobre sus lagunas en seguridad. Y, al mismo tiempo, reforzar la confianza de los inversores de cara a su salida a Bolsa el año que viene.

Según los corrillos tecnológicos, la peculiar relación de Facebook con la privacidad ha sido el principal motivo del retraso de su Oferta Pública de Venta (OPV), planeada inicialmente para abril de 2012, hasta finales del año que viene. Una relación que nunca ha estado exenta de polémica.

Ya en 2007 se lanzaba el sistema Beacon, que permitía a terceros incluir el script de Facebook en sus páginas y usarlo para enviar información sobre la actividad de los cibernautas. De este modo, el historial de compras realizadas a través de Internet y juegos online utilizados, que los usuarios creían desvinculados de sus cuentas en la red social, aparecían publicados directamente en el newsfeed. El enfado fue tal que la compañía tuvo que dar marcha atrás y empezar a recabar de manera explícita este consentimiento.

La infame herramienta publicitaria fue descontinuada en 2009. Justo el año en el que un cambio en las condiciones del servicio volvía a disparar las alarmas de la comunidad virtual, al descubrirse que la compañía de Palo Alto se reservaba el control “perpetuo y mundial” de los contenidos volcados en su plataforma y el derecho a guardar una copia de los mismos tras la cancelación de las cuentas. La rectificación no se hizo esperar, pero tampoco una nueva modificación de sus cláusulas que dejaba al descubierto datos personales hasta entonces considerados privados.

Si bien el cambio permitía definir qué contactos podían ver la información de perfil, lista de amigos y fotografías, estas opciones aparecían públicas por defecto para no conocidos y se forzaba a los usuarios a revisar sus opciones de privacidad para volver a las preferencias anteriores. ¿Su reacción? Protestas y demandas por comportamiento engañoso, varias de ellas ante la Comisión Federal de Comercio (FTC) de los Estados Unidos, que dos años después ha resuelto a su favor y obliga a Facebook a pedir autorización antes de aplicar “cambios sustanciales con carácter retroactivo”.

Como curiosidad, a pesar de defender en su día los cambios, el propio fundador y CEO de la red social, Mark Zuckerberg, los revirtió en la configuración personal de su cuenta para proteger fotos y otra información de miradas ajenas.

Aplicaciones, cookies y rediseño, en el punto de mira

Desde entonces las acusaciones acerca de que Facebook no respeta la privacidad de sus miembros han sido constantes. En 2010, se denunció que las aplicaciones más populares estaban filtrando la ID única de usuario, por lo que terceras partes habían conseguido engordar sus bases de datos con nombres, edades y direcciones de correo electrónico que luego vendían a compañías de publicidad o monitorización de datos online. Y en 2011 se supo que, incluso después de cerrar sesión, las cookies de Facebook rastreaban la navegación y enviaban esta información a la red social.

Por su parte, la última conferencia de desarrolladores F8 dejó a su cierre una web totalmente reinventada a través de los conceptos “timeline” y “ticker”, pero también nuevos obstáculos por esa filosofía de querer compartirlo todo. Cada comentario escrito en una página de fans es mostrado ahora en el feed de personas relacionadas, Open Graph permite a apps como Spotify o Pandora compartir automáticamente la actividad generada y, cuando se active la nueva página de perfil, cualquier contenido será fácil de localizar a no ser que se alteren las opciones de privacidad predeterminadas sobre quién puede acceder al muro.

Según las últimas encuestas, a un 86% de los usuarios le desagrada profundamente este panorama, ¿lo suficiente como para armar otra cruzada anti-Facebook cuando el temido “timeline” entre por fin en acción?