La exclusiva la ha dado la web The Register, que ha tenido acceso a un manual de 160 páginas en el que se explica con detalle cómo deben calificar los trabajadores de ese equipo las distintas webs que van revisando.
Los miembros de ese `ejército´ son contratados a través de empresas como Leapforce y Lionbridge, y trabajan directamente desde sus casas.
En el apartado de la relevancia de una página, Google establece que se ponga una de estas notas: “Vital”, “Útil”, “Relevante”, “Ligeramente relevante”, “Fuera de tema/Inútil” o “Imposible de calificar”.
Asimismo, en el spam se establecen varias clasificaciones: “No es spam”, “Podría ser spam”, “Spam”, “Pornografía”, “Malicioso”.
Por otro lado, Google divide las búsquedas entre aquellas que tienen un objetivo específico por parte del usuario y aquellas consultas que buscan obtener un consejo sobre un tema concreto o responder a alguna duda de una de alguna de sus preguntas.
Lo cierto es que hasta hace no mucho tiempo el papel de los algoritmos de Google era lo más determinante para definir la posición de una web en el buscador, algo que está cambiando a medida que la compañía de Mountain View apuesta por tener más en cuenta aspectos como la calidad de los contenidos de las webs.
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