No serán todos los metadatos (fragmentos de información, por ejemplo, la fecha de realización de una llamada) que ha ido recopilando los que terminarán borrados, pero si una gran cantidad de los mismos que, además, en su inmensa mayoría ni siquiera han sido analizados sino que simplemente están almacenados a la espera de que en algún momento tengan relevancia para alguna posible investigación.
Se trata de millones de conversaciones telefónicas que durante años han sido monitorizadas por la NSA y cuyos metadatos quedarán borrados excepto aquellos que en la actualidad se estén empleando como parte de investigaciones en curso. Lo que pasará a ser eliminado es todo aquello que simplemente sea información captada y almacenada a la que no se le ha dado más uso que estar disponible “por si acaso”.
La legislación que se consiguió aprobar hace ahora un año respondía a la petición de las asociaciones de defensa de los derechos civiles que solicitaba que cesase esa “costumbre” de registrar información de llamadas telefónicas de forma indiscriminada, almacenando además los datos correspondientes a las mismas.
Aún queda algo de margen para la pérdida de la privacidad en las comunicaciones pero al menos se ha reducido notablemente la acción de la NSA.
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