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Cualquiera que esté atento a la actualidad del mundo tecnológico sabrá que no hay semana en la que no se encumbre a un nuevo servicio, red social o app como el próximo Google o Facebook.

El boca a boca y los retwitteos llevan al servicio en cuestión a aumentar su número de usuarios de forma exagerada, contribuyendo así al hype. Pero normalmente al cabo de unas semanas son pocos los que se acuerdan, y el centro de atención es ya otro. A no ser que se trate de algo realmente especial, como es el caso de Instagram.

Instagram es una app para iPhone que permite a los usuarios añadir un filtro vintage a sus fotos y compartirlas en redes sociales, un planteamiento que provocó ríos de tinta (o, más bien, de píxeles) cuando se lanzó el pasado mes de octubre, ayudándo a que alcanzase los 100.000 usuarios en sus primeros siete días y a llegar al millón en la décima semana. Meses después todo podría haber cambiado, pero no es así: sigue sumando usuarios a buen ritmo y, más importante, estos sacan cada vez más fotos.

Éxito entre los usuarios: sencillez y cosas bien hechas

¿Qué diferencia a Instagram de todo el resto de miles de apps que semana tras semana van quedando en el olvido? Una fórmula tan sencilla como efectiva: una idea atractiva (la resurrección de la Polaroid o las Lomo ya ha mostrado el tirón que tienen las fotografías con un toque retro), sumado a una interfaz tan usable como bien hecha. No solo es posible añadir un filtro a las fotos y compartirlas en las redes sociales, sino que además es fácil hacerlo. Instagram funciona.

Y esta parece ser la clave de su éxito, como resume Marta, una usuaria de Gondomar (Pontevedra), en tan solo una frase: a ella le gusta Instagram porque “le da a las fotografías un toque muy bonito, vintage, como de cámara analógica, como podría conseguirlo trabajando la foto con Photoshop, pero de forma rápida y simple, ideal para compartir en las redes sociales”.

Otra de las características de Instagram es que, además de tener una integración total y funcional con Facebook, Twitter, Flickr y Foursquare, crea su propia red social interna: los usuarios pueden seguir a otros usuarios, ver qué fotos han compartido y comentarlas. Esta funcionalidad, no obstante, no parece ser la responsable del éxito de la app, ya que el 65% de los usuarios no siguen a nadie (aunque sí suban fotos) y tan solo el 12% sigue a más de diez personas.

Parece por lo tanto que a los usuarios de Instagram les mueven más las ganas de mostrar que de ver, como indica Marta, que lo utiliza “solo para hacer fotos”, y asegura que no es como Flickr, donde se puede pasar “horas” viendo las imágenes subidas por otros usuarios.

Tras los usuarios, las marcas: el nuevo objetivo

Quizá una de las razones que mejor explican por qué Instagram no ha resultado un bluff de vida efímera, además de lo ya mencionado, es el esfuerzo que desde la startup responsable (que hasta hace poco contaba con tan solo dos trabajadores) han hecho para no estancarse. En vez de regodearse en el éxito que han tenido entre los usuarios, han decidido aprovecharlo para apuntar a un nuevo target: las marcas.

Una vez más, la idea es sencilla: a finales de enero introdujeron en la app los hashtags que tanto han hecho por Twitter, además de unirse a varias empresas para ayudarlas en el impulso de campañas a través de Instagram.

Las marcas ya han empezado a aprovecharlo: lo más básico consiste en compartir imágenes “diferentes” con sus fans (los reales y los potenciales, que verán las fotografías en el timeline general de la app). A partir de ahí, ya todo depende del ingenio de cada uno, aunque las ideas más comunes tienen que ver con la utilización de los hashtags, fotografías de eventos o imágenes de la marca en cuestión capturadas en la calle.

Espíritu de expansión: más empleados y plataformas

Las nuevas oficinas de Instagram // Foto compañía

Este reciente interés por atraer a las marcas hacia Instagram deja bastante claro que la pequeña startup no tiene miedo a crecer.

Con ya más de dos millones de usuarios registrados que suben 290.000 fotografías diarias a la red, uno de los grandes logros de Instagram fue el de no sucumbir ante el éxito repentino sufriendo caídas o altas en el servicio. Y todo con un equipo de, hasta hace pocas semanas, tan solo dos personas (ahora han duplicado y ya son cuatro, y tienen varios procesos de selección abiertos).

Con un equipo más fuerte y cada vez más usuarios interesados en la app, el siguiente paso lógico sería ir más allá del iPhone y estar disponible también para otras plataformas (por lo menos Android, que ya es número uno en Estados Unidos). ¿Está esta expansión en la mente de los creadores de Instagram? Las informaciones son contradictorias. Por un lado, en su web dejan muy claro que de momento prefieren centrarse en tan solo un sistema operativo móvil para seguir mejorando la aplicación, pero movimientos recientes como haber hecho pública su API hacen pensar en la llegada de Instagram a otras plataformas.

De cualquier forma, el futuro de Instagram parece prometedor: un buen producto y la actitud adecuada. No obstante, en un universo tan cambiante y competitivo como el de las aplicaciones móviles, el éxito no está nunca asegurado. Una nueva app podría llegar y robarle el trono a Instagram.

Como admite Marta, seguirá utilizando Instagram “a no ser que salga una aplicación para lo mismo que sea aún más completa… entonces inevitablemente me cambiaré a la otra, ¡seguro!”. En el mundo de las app móviles, dormirse en los laureles no es nunca una buena idea.