El año 2023 puede suponer el momento en el que la Unión Europea afiance su posición en el mercado internacional de fabricantes de microchips y pase a tener una menor dependencia de proveedores extranjeros de estos componentes., esenciales para el desarrollo tecnológico.
Es uno de los objetivos de la nueva Ley de Chips Europea sobre la que se ha llegado esta semana a un acuerdo por parte de los ministros de Industria de los estados miembros de la UE, lo que supondrá un aumento de la autonomía tecnológica frente a Asia y Estados Unidos, los principales productores de semiconductores. Se espera que el resultado de la aplicación de esta iniciativa conduzca a que la producción europea de chips suponga el 20 % de la producción mundial.
A partir de este acuerdo se negociará con la Eurocámara un texto definitivo con que se promoverá la investigación y la construcción de fábricas de chips, tanto de los más avanzados como de otros que no lo son tanto pero que todavía mantienen una importante demanda por su utilización en dispositivos que no requieren de la máxima potencia o de los componentes más avanzados, como sucede en el sector de la automoción.
Para la consecución de este objetivo se plantea una estrategia sostenida sobre tres pilares:
Junto a esta iniciativa pública se pretende la movilización de un total de 43.000 millones de euros entre inversiones públicas y privadas.
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Asia es el continente que sufre más el crecimiento de esta amenaza, seguido de Europa.