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Internet no asume fácilmente la muerte de sus usuarios. A diario, millones de personas se registran en algún sitio de red social sin pensar que ese registro será de por vida, e incluso, perdurará después de su muerte.
Las políticas de gestión para usuarios fallecidos varían de unas redes a otras pero en general, lo normal es que nadie preste demasiada atención a las cuentas inactivas, ni a las razones que hacen que no estén siendo utilizadas.

Los usuarios de MySpace, por ejemplo, pueden controlar quiénes son sus amigos, pero no suelen tener demasiado control sobre lo que estos amigos hacen. De esta forma, cualquier espacio personal está sujeto al ataque de phising y spam, sobre todo si el usuario no está atento. Los administradores de esta red dicen que tratan el caso de las defunciones una por una, pero en la práctica las opciones son limitadas. “MySpace nunca borra un perfil por inactividad –dicen las directrices del sitio-. Sin embargo, si un familiar solicita que el perfil sea retirado atenderemos a su petición y lo quitaremos”.

“MySpace no permite que nadie asuma el control del perfil de un usuario fallecido y, como con cualquier perfil de nuestra red, el perfil histórico debe acatar nuestras normas de uso”. Por tanto, las opciones son o dejar el perfil como está (abierto a toda serie de excesos) o quitarlo por completo.

LinkedIn sí tiene una política clara respecto a los usuarios que fallecen: a petición de la familia, será retirado el perfil de la red. LiveJournal va más allá: existe un estatus especial para recordar a los miembros fallecidos. Este estatus congela el perfil en el momento en el que se comunica la defunción y así queda libre de ataques. Los amigos del usuario pueden seguir leyendo la información del ausente pero sin riesgo a que aparezcan imágenes o comentarios no aprobados por el que fuera una vez miembro de la red.

vINQulos
The Guardian