La tecnología acabará matando estas 5 profesiones

La sustitución de personas por máquinas y la eliminación de puestos intermedios parecen reducir las opciones para profesiones como las de atención al cliente.

El avance tecnológico ha generado la creación de nuevos negocios. Pero también pone en riesgo a aquellos más tradicionales. Al menos a los que dejan de tener sentido a medida que se van desarrollando nuevos paradigmas o se crean máquinas inteligentes capaces de realizar tareas que en el pasado estaban limitadas a humanos.

“Estamos convencidos de que en 2050 ya no tendrán cabida en el mercado laboral trabajos manuales susceptibles de ser sustituidos por una máquina o un ordenador”, comenta Gonzalo Ruiz, consejero delegado de Cursos.com, un portal especializado en formación. “Pero, además, se van a extinguir las posiciones intermedias que no den un suficiente valor añadido”, prevé este profesional.

La compañía de Ruiz apunta directamente a cinco oficios que a mediados de siglo acabarán desapareciendo, como ya lo hicieron el “operario de telégrafo, el lechero o el sereno”. En este caso por los efectos de internet y otras creaciones tecnológicas de última generación.

En primer lugar, para 2050 ya no debería existir el agente de viajes que recibe a los clientes en agencias físicas para asesorarlos sobre sus vacaciones. Desde Cursos.com recuerdan que hay startups que ya le están comiendo terreno a este tipo de negocios, tanto en cuestión de reserva de hoteles como de transporte.

Otros que corren peligro son los cajeros. Tanto los cajeros de supermercado como los cajeros del banco. En la actualidad algunos supermercados están sustituyendo al personal con sistemas de cobro automático. Mientras, los bancos recortan oficinas y animan a la gente a realizar gestiones por internet, mediante la banca online.

Un cuarto oficio al que no se le prevé futuro para 2050 es el de teleoperador, como consecuencia directa de las investigaciones en inteligencia artificial. Por último, se suma a la lista el maquinista de tren. Aunque en 2050 sí debería haber trenes, éstos tienen todas las papeletas para cargarse de sensores y pilotarse solos en cuanto se pueda garantizar la seguridad.