La compañía especializada en mensajería instantánea Telegram inició hace algo más de dos años un proyecto de blockchain que ahora llega a su fin sin haber salido siquiera a la luz.
Sus ingenieros han dejado de trabajar en la plataforma TON y la criptomoneda Gram con la que Telegram buscaba replicar los principios de descentralización de iniciativas similares como Bitcoin y Ethereum, pero dándole un plus de “velocidad y escalabilidad”, según explica su fundador Pavel Durov. “Al integrarse con Telegram, TON tendría el potencial de revolucionar la forma en la que las personas almacenan y transfieren fondos e información”.
Pero sus esfuerzos no seguirán adelante después de recibir la negativa de la justicia estadounidense. El propio Durov ha explicado que un juez ha dictaminado que “a las personas no se les debe permitir comprar o vender Grams como pueden comprar o vender Bitcoins”.
Y lo ha comparado con la búsqueda de oro: “Imagina que varias personas juntan su dinero para construir una mina de oro y para dividir después el oro que sale de ella. Luego llega un juez y les dice a los constructores de la mina: ‘Muchas personas invirtieron en la mina de oro porque estaban buscando ganancias. Y no querían ese oro para ellos, querían venderlo a otras personas. Por ello, no se os permite darles el oro'”, relata. En el caso de TON y Gram, dice Durov, se ha usado el mismo razonamiento.
El directivo ruso se ha mostrado crítico con esta decisión judicial, ya que tampoco permite que Grams se distribuya en el resto del planeta porque “un ciudadano estadounidense podría encontrar alguna forma de acceder a la plataforma TON tras su lanzamiento”, lo que “implica que otros países no tienen la soberanía para decidir qué es bueno y qué es malo para sus propios ciudadanos”.
“Lamentablemente, el juez de los Estados Unidos tiene razón en una cosa: nosotros, la gente de fuera de los Estados Unidos, podemos votar por nuestros presidentes y elegir nuestros parlamentos, pero aún dependemos de los Estados Unidos en cuanto a finanzas y tecnología”, indica Durov. “Estados Unidos puede usar su control sobre el dólar y el sistema financiero global para cerrar cualquier banco o cuenta bancaria en el mundo. Puede usar su control sobre Apple y Google para eliminar aplicaciones de la App Store y Google Play. Así que sí, es cierto que otros países no tienen plena soberanía sobre qué permitir en su territorio”.
“Nosotros, el 96 % de la población mundial que vive en otros lugares, dependemos de quienes toman las decisiones elegidos por el 4 % que vive en los Estados Unidos”, concluye.
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