Tras Twitter, ¿quién protagonizará la próxima gran OPI tecnológica?

Apenas lleva una semana cotizando en Wall Street, pero a la red de microblogging ya le están saliendo posibles sucesores bursátiles.

Twitter ha pisado por fin el parqué de la Bolsa de Nueva York, y lo ha hecho con garra. La semana pasada conseguía clausurar su jornada inaugural en 44,9 dólares por cada una de sus acciones, lo que supuso una revalorización de casi el 73% respecto al precio inicial de 26 dólares el título. De hecho, llegó a alcanzar picos de más de 50 dólares. Y lo que es más significativo, su capitalización de mercado voló treinta y siete veces por encima de los ingresos calculados para todo el año fiscal 2013, 24.460 millones de dólares frente a unos más discretos 650 millones, en relación directa con lo que pasó con Facebook en su debut hace ya unos cuantos meses, cuando su valor se estableció en una altura veintiocho veces mayor que su facturación anual.

Esto ha disparado las alarmas de quienes temen al carácter cíclico de la historia. A pesar de que la hinchazón en los precios de compañías como Twitter no se asemeja, ni mucho menos, a la que experimentó aquel grupo abanderado por Netscape y que se conoció como burbuja puntocom, existe cierta suspicacia hacia lo que puede pasar de ahora en adelante. Sobre todo porque son muchas las empresas de Internet que están seduciendo a los inversores con ofertas atractivas y arranques alcistas que después tienen que confirmarse. Ya son públicas las nombradas Twitter y Facebook, que comparten el hambre de formas con las que rentabilizar sus proyectos, pero también la red social de profesionales LinkedIn, la firma de cupones Groupon, la desarrolladora de juegos Zynga, la radio online Pandora, el sitio de recomendaciones Yelp o el buscador Yandex, con peor o mejor suerte, por no hablar de gigantes consolidados como Google, Yahoo! y Amazon.

¿Y cuáles serán las siguientes en presentar sus OPIs? De momento, desde Reuters apuntan a tres serios candidatos, todas ellas tecnológicas pero con tres perfiles muy diferentes: Square, Box y Airbnb.

Square es un invento salido de la chistera de Jim McKelvey y un antiguo colega, Jack Dorsey que, curiosamente, también tuvo mucho que ver en la creación de Twitter. En este caso no se trata de una plataforma para publicaciones cortas que fomenta las relaciones entre personas de cualquier parte del mundo, sino que va un paso más allá en los sistemas de pago, convirtiendo un dispositivo móvil en un lector de tarjetas de crédito y débito al uso. Sin papeles ni intercambios de billetes y monedas por el medio. Ése es el producto principal de Square, que durante sus cuatro años de vida ha tenido tiempo para ir lanzando otros como, por ejemplo, una propuesta que corona el nombre de la marca con el latiguillo de Cash para empaquetar el dinero a través de un simple correo electrónico.

Hacerse con el software e incluso con el lector de Square es gratis, ya que el negocio para sus responsables llega a la hora de realizar la transacción, donde se quedan con un 2,75% (o 3,5% si son cargos manuales). Y, si bien está obligada a superar una serie de retos como convencer a la gente, demostrar seguridad y luchar contra convenciones arraigadas, parece que el invento está dando sus frutos en su país de origen. Ha extendido los tentáculos a la vecina Canadá e incluso a Japón, además de atraer el ojo inversor de personas como Marissa Mayer y llegar a acuerdos con cadenas de la talla de Starbucks. El próximo paso podría (o debería) ser el salto a Bolsa, sobre todo si se tienen en cuenta las informaciones de The Wall Street Journal, que apuntan a contactos de la compañía con Goldman Sachs y Morgan Stanley para un estreno en 2014.

También para 2014 está programada la salida de Box… una salida que, sin necesidad de darle muchas vueltas, ha sido confirmada a Bloomberg por su propio CEO, Aaron Levie. Box es un claro representante de la pujanza de la nube y la actual era del cloud computing, dado que se trata de un lugar para el almacenamiento, la gestión y el intercambio de archivos personales o corporativos. En sus planes de precios cabe desde la tarifa gratuita con 10 GB de espacio y un tamaño de carga de 250 MB hasta el denominado modo “enterprise” sin límites para paquetes de 5 GB. Pero para hacerse una idea, la tarifa recomendada, con 1.000 GB de almacenamiento online y 5 GB de tamaño de archivo, está valorada en 13 euros mensuales por usuario.

A día de hoy, la cantidad de clientes de este último tipo (o “business”) de la compañía asentada en Los Altos californianos se estima en 140.000. Su directiva se ha propuesto comenzar un nuevo curso superando la marca de los 1.000 primeros empleados y, para cuando finalice el año, los ingresos deberían rondar los 100 millones de dólares y su presencia global tendría que haberse incrementado. Metas numéricas aparte, la aventura que dirige Levie tiene más solera que Square. Se fundó en 2005, ha realizado absorciones de compañías para perfeccionar sus desarrollos y, mientras sigue puliendo detalles, estaría deshojando la margarita para lanzar su OPI entre la experiencia asesora de Morgan Stanley, la de Credit Suisse y la de JPMorgan Chase, según apuntan AllThingsD y Reuters.

¿A qué se dedica Airbnb? Ni producto monetario, ni servicio cloud. Airbnb ha sabido triunfar a su modo, en un sólo lustro, ofreciendo un punto de encuentro para personas que buscan alquilar viviendas en prácticamente cualquier lugar del mundo, ya sean las típicas habitaciones, casa enteras o cualquier tipo de construcción que sirve para dormir y hacer vida dentro de ella, y otra gente que puede cedérselas de manera temporal. Tanto es así que en estos momentos la web de Airbnb, que en sus orígenes se llamaba AirBedAndBreakfast en clara referencia a su modelo de negocio, contaría con espacios de alojamiento disponibles en unas 34.000 ciudades de 192 países diferentes.

La plataforma ha pasado de largo los 10 millones de noches reservadas pero, ¿cómo le saca partido? Muy fácil, a través de las comisiones de servicios, tanto a nivel anfitrión como a los propios huéspedes. A los primeros se les quita el 3% de cada reserva completada y a los segundos se les cobra un 6% como mínimo y un 12% como máximo por cada una de las reservas que confirman. Esta variación depende de lo alto que sea el alquiler en cada caso, de tal modo que cuanto mayor resulte el subtotal a pagar menos comisión habrá “para que los huéspedes puedan ahorrar dinero en estancias de mayor duración o precio”, de acuerdo con el centro de ayuda de la propia empresa de Brian Chesky, cuyo bautizo bursátil ya lleva sonando un tiempo.

Más allá de Square Box y Airbnb

Los estrenos de Square, Box y Airbnb se dan prácticamente por garantizados, pero hay más. Durante los próximos meses podrían ir cayendo las ofertas públicas iniciales de la aplicación para toma de notas Evernote, el programa para reconocer música Shazam, el almacén de canciones en streaming Spotify, la red social basada en imágenes Pinterest, el servicio de almacenamiento y sincronización de ficheros Dropbox, la compañía de Big Data Cloudera, la firma de redes Arista Networks, la creadora de “Angry Birds” Rovio, el portal de venta de entradas Eventbrite, la página de compras online Gilt y el grupo de comercio electrónico Alibaba, entre otros. Estaremos atentos a sus movimientos.