El primero en abrir fuego fue Ericsson, que alegó que llevaba a Samsung ante la justicia después de que la compañía surcoreana “se negara a llegar a acuerdos razonables que le autorizaran a utilizar su tecnología”.
Acto seguido Samsung reclamó ante un tribunal de Texas porque consideraba que Ericsson deseaba cobrarle un precio demasiado elevado por permitirle licenciar su tecnología.
En Samsung se quejaron ante el juez de que la cantidad exigida por Ericsson era superior a la que habían pagado en dos acuerdos anteriores, y también sobrepasaba la que la empresa escandinava cobra a otra compañía.
Por otra parte, la empresa asiática añadió más leña al fuego y también denunció que Ericsson se estaba saltando sus patentes en materia de tecnología para redes.
De momento la tranquilidad reina en Ericsson, ya que desde la compañía sueca han mostrado su confianza en que el tribunal fallará a su favor.
Lo cierto es que el negocio de patentes crece cada año para Ericsson, y en 2012 le produjo unos ingresos de 6,6 millones de coronas suecas (717.000 euros) frente a los 6,2 millones de coronos suecas que registró en 2011.
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