Los actuales discos flash, que normalmente alcanzan los 32GB de capacidad de almacenamiento y que pueden encontrarse en productos como el iPhone de Apple, utilizan técnicas poco sofisticadas para la lectura y escritura de los datos.
En términos generales la tecnología no es muy diferentes de la que se utiliza en los teléfonos o cámaras digitales, pero como los smartphones se parecen cada vez más a los dispositivos de informática personal y cada vez menos a los MP3, los fabricantes de chips miran hacia este sector como un nuevo mercado y empezarán a ofrecer memorias flash más sofisticadas.
Los discos en estado sólido encontrados en portátiles como el Apple MacBook Air o el Dell Adamo consiguen su rendimiento de controladores muy sofisticados y firmware que gestionan cómo se leen y graban los datos. El iPhone utiliza una memoria NAND en bruto con un controlador separado, pero Apple quiere aumentar su rendimiento y esto hace que busque memorias más sofisticadas.
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