La agencia espacial estadounidense informó que necesitarán semanas para determinar la magnitud del accidente, ocurrido a 800 kilómetros de Siberia y que afectó a un satélite comercial Iridium y a uno ruso, este último fuera de control según la información de la agencia AP
Por su parte, la Agencia espacial rusa ha minimizado las consecuencias del choque indicando que no supone un peligro ni para la EEI ni para su tripulación.
La chatarra orbital se ha incrementado en los últimos años, calculándose en 17.000 las piezas de distintos tamaños en órbita terrestre. Desechos que están siendo rastreados por la Red de vigilancia espacial estadounidense ya que se han convertido en la mayor amenaza para el vuelo de los transbordadores espaciales, superando incluso el despegue y regreso a la Tierra de las naves.
La NASA está en contacto con la Red de vigilancia espacial para mantener la Estación Espacial Internacional a distancia segura, aunque un experto en desechos espaciales del centro de Houston indicó que el mayor riesgo de colisión es para el telescopio Hubble y para los satélites de observación de la Tierra situados en órbitas mayores.
“Las colisiones van a ser cada vez más importante en las próximas décadas”, advierten.
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