Esto evitaría esos famosos métodos de ‘cotilleo’ de contraseñas que muchos cacos utilizan para tratar de averiguar PINs y claves de seguridad de multitud de servicios que los clientes tienen que teclear.
El método ha sido desarrollado por la Universidad de Stanford, que creen que los cajeros automáticos son un claro ejemplo de la aplicación útil de esta tecnología. El funcionamiento se basa en el uso de una luz infrarroja invisible que se proyecta en la cara y que produce una levísima reflexión en el globo ocular. El análisis de la relación entre una posición ‘neutra’ del ojo y el movimiento del mismo determina dónde está mirando el usuario y permite interpretar la información.
En las pruebas se comprobó que aunque el mecanismo llamado EyePassword era algo más lento el 80% de los 18 sujetos que lo probaron lo prefirieron como mecanismo de entrada de contraseñas, con un funcionamiento muy decente.
vINQulos
Ars Technica (vía Slashdot)
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