La Hacienda francesa registró la sede parisina de Google en 2011, el año que podría marcarse como el inicio de la guerra fiscal entre Google y la Administración francesa.
Los numerosos datos recabados tras el registro descubrieron irregularidades en la forma en que los de Mountain View optimizaban el pago de sus impuestos a través de filiales en otros países.
Tras la investigación, el fisco francés podría pedir a Google 1.000 millones de euros por las prácticas de “optimización fiscal” que han permitido eludir una cuantiosa cantidad en impuestos.
El medio galo Le Point cita en exclusiva fuentes parlamentarias y gubernamentales.
Google declaró menos de 150 millones de euros en 2011 y tuvo que pagar tan solo 5,5 a la Hacienda francesa. En 2012 lo declarado fue de 193 millones de euros.
La explicación del gigante estadounidense a las cifras es que la facturación por enlaces patrocinados se hace a través de su filial irlandesa.
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