La compañía de Mountain View fue acusada de recolectar esa información con los coches que empleaba para tomar las fotografías que luego incluiría en su callejero virtual, y ahora la justicia gala le obliga a pagar una multa de 100.000 euros.
Desde la empresa reconocieron desde el primer momento que obtuvieron los datos de esas redes Wi-Fi privadas que no estaban cifradas, pero insitieron que fue debido a un error.
Lo malo para Google fue que su palabra quedo en evidencia cuando el pasado agosto la policía francesa detuvo un coche Street View, y demostró que la empresa no había cesado la recolección de datos de conexiones Wi-Fi.
La sentencia francesa puede sentar un precedente para otros países como Australia, Canada, Alemania, Corea del Sur o Estados Unidos, donde también hay casos judiciales abiertos sobre el mismo tema.
Conviene recordar que Google ya se vio forzada a difuminar aquellas imágenes de edificios, coches o personas que pudieran atentar contra la privacidad.
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