Especial desde Bruselas
Europa quiere ser un referente, quiere que sus ciudadanos tengan total control sobre sus datos personales y facilitar el acceso a los mismos, sin distinciones de ningún tipo. El objetivo, fortalecer la debilitada confianza para con ello, impulsar la industria.
La propuesta de la Comisión Europa pasa por la creación de una única norma paneuropea que regule todo lo relativo a la privacidad y protección de datos en el entorno digital. Se acabaron las diferentes interpretaciones de una ley y las diferentes formas de resolver un mismo problema. Las autoridades quieren tejer una norma sólida y lo suficientemente imprecisa para que acate los cambios venideros del impredecible mercado.
Es un proyecto de gran trascendencia que sólo ha recorrido la mitad del camino y que por tanto tiene aún muchos cabos sueltos, que se concretarán cuando todas las partes afectadas lleguen a un consenso. Para empezar, y como toda reglamentación que se precie, hay que conseguir el sí en el Parlamento Europeo. Axel Voss, miembro del órgano admite en Bruselas que “hay algunos detalles que se están discutiendo”, como el establecimiento de los límites del sector público y el privado, pero admite que la actitud general ha sido de apoyo.
Una ley por y para Europa
Las leyes que rigen esta temática en la actualidad datan de 1995, cuando un 1% de la población europea tenía acceso a la red. El panorama hoy es bien diferente: prácticamente el 97% de los 500 millones de ciudadanos europeos tiene acceso a internet. La globalización y la proliferación de medios sociales, además, dibujan un nuevo ecosistema que necesita de una regulación específica que debe atender a la protección de los derechos de los ciudadanos sin dañar la confianza de la industria que opera con sus datos privados.
Aún hay muchos aspectos por concretar y muchas horas de negociación por delante. Se espera que la norma llegue definitivamente en verano de 2014. Y es que son 27 los países los que deben aceptar las nuevas reglas, y con ellos la industria que opera en sus territorios. Es una tarea compleja; los gigantes como Google o Facebook por ejemplo, deberán adaptar su modus operandi a esta nueva regulación totalmente diferente a la norteamericana (más laxa en cuanto a protección de datos).
Como explica Viviane Reding, vicepresidenta de la Comisión y comisaria de Justicia, Derechos Fundamentales y Ciudadanía y cara visible de la reforma, el 72% de los europeos admiten estar preocupados por la forma en que se usan sus datos personales. Esta falta de confianza es interpretada por la comisaria como una lacra que hay que solventar. Confía en que la superación de este escollo favorecerá también a la industria.
Los principales puntos que rigen esta reforma giran sobre dos ejes: el aumento de la transparencia de las empresas y el refuerzo de la privacidad para los ciudadanos.
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