Nos llevó algún tiempo sentirnos cómodos con el comportamiento del terminal al conectarse a Internet con su WLAN y su WWAN, ya que parecen mucho más complicados que con el iPhone 3G que habíamos aprobado recientemente. La conectividad en este aparato sigue un esquema sistemático “de mejor a peor”: si hay red inalámbrica disponible, esa es la que usa el iPhone para todas sus aplicaciones, y el dispositivo va bajando desde ahí.
En el E71, cada aplicación o bien pregunta qué red quiere utilizar desde el comienzo, o se atiene a la opción de configuración de “utilizar siempre este punto de acceso”. Como resultado, se requiere un mayor número de clicks en el E71 que en el iPhone, y ciertos escenarios demostraron ser más complicados en el dispositivo de Nokia. Por ejemplo, para cambiarse desde un enlace WAN a una conexión Wifi más rápida es necesario cerrar el navegador web y reiniciarlo desde el enlace Wifi.
En el lado positivo, este tipo de conectividad, cuando funciona junto con una administración basada en políticas, podría permitir a los administradores restringir ciertas aplicaciones a redes autorizadas.
Como teléfono, el E71 se comportó bien, con una buena calidad de voz, un modo de manos libres robusto y controles bastante sencillos.
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