El foco en el empleado es para las empresas modernas una inversión que contribuye a elevar el rendimiento del negocio. Son los empleados los que marcarán la diferencia en la carrera de la innovación y en la superación de los momentos críticos frente a la competencia.
Las políticas de retribución no se limitan ya a los aspectos económicos, puesto que entran en juego otros factores como los beneficios sociales, las posibilidades de promoción, la posición de la empresa en el mercado o el ambiente de trabajo. De este modo,
la función de RRHH debe orientarse hacia la gestión participativa por objetivos y la valoración de los resultados individuales y departamentales.
Las áreas de RRHH de hoy y del futuro estarán, por tanto, plenamente integradas en la estrategia del negocio, promoverán la gestión del conocimiento y liderarán tanto la comunicación interna como la gestión del cambio. Las estructuras jerárquicas se han ido difuminando hacia un estilo de gestión que promueve la iniciativa, la asunción de responsabilidades, la flexibilidad y la creatividad.
Para contar con empleados motivados y comprometidos, los gestores empresariales deberán esforzarse por cohesionar los equipos de trabajo, potenciar la vinculación de los trabajadores con los proyectos en los que participen y fijar el intercambio de ideas y conocimientos como una política básica de la empresa.
Los departamentos de RRHH, por su parte, deberán realizar una planificación de la fuerza de trabajo que mire siempre al medio y largo plazo, con el propósito de cubrir la demanda futura y ofrecer al mercado lo que requiera en cada momento.