El desafío ya se ha lanzado: la organización JREF (James Randi Educational Foundation) pagará 1 millón de dólares a quien pueda demostrar que un cable de sonido que cuesta 7250 dólares suena mejor que un cable de audio convencional que cuesta 100 veces menos. Y la demostración está en marcha. ¿Marcan realmente la diferencia los cables, o la industria se aprovecha de los usuarios?
El fabricante de este extraordinariamente costoso cable – Pear Cable – afirma que este cable proporciona la máxima calidad de sonido, pero James Randi afirma lo contrario, y desafía a cualquiera a demostrarlo.
Para ello han acordado entre ambas partes someter a un ‘test a ciegas’ a un conocido editor de una revista especializada en alta fidelidad, que tratará de discernir las diferencias entre un sistema que utiliza este cable y otro que utiliza un cable de audio normal.
La mayoría de nosotros – y me incluyo – somos bastante duros de oído, y no notamos demasiado la diferencia entre una canción MP3 y la misma sin compresión, de modo que para poder apreciar la diferencia entre estos cables seguramente estaríamos perdidos.
¿Creéis que los cables marcan la diferencia?
vINQulos
Gizmodo
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