Podría decirse que se trata de un muro capaz de derribar otros muros.
Porque probablemente los 44 altavoces que se ocultan en el interior de Wall of Sound, capaces de sumar 8.000 W y de alcanzar 130 dB podrían llegar a provocar la caída de una pared al poder igualarse con el ruido del motor de un caza F-15 escuchado a 100 metros de distancia: ensordecedor. Literalmente, es la cantidad de sonido que podría causar daños irreversibles en los tímpanos humanos.
Pero puedes estar tranquilo porque la empresa de marketing que está detrás de este invento, Studio Total, se ha encargado de garantizar la integridad auditiva del usuario mediante un indicador luminoso que avisa cuando el volumen alcanzado es peligroso, pasando de azul (volumen normal) a amarillo (volumen muy alto) o a rojo (volumen perjudicial). Además tras cinco minutos de reproducción en esta zona la reproducción de música se detiene de forma automática.
Para mayor diversión esos indicadores luminosos están en la cabeza de un mono que cuando se desconecta automáticamente la reproducción de sonido salta por los aires y el Muro de Sonido no puede volver a iniciar su funcionamiento hasta que la cabeza se coloca de nuevo en su emplazamiento original.
Cada unidad se fabrica a mano en Suecia y se vende a un precio en consonancia con el tamaño, el peso y los decibelios: $6.900.
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