Linux ayudará a organizar todo ese espacio, con herramientas como el sistema de archivos ZFS de Sun Microsystems, basado en código fuente abierto y que permite gestionar los dispositivos y su escalabilidad.
Puede que próximamente estas herramientas de gestión se integren directamente en el kernel de Linux como un añadido más, o que se ofrezcan como opción en implementaciones basadas en OpenSolaris.
La virtualización en el núcleo de Linux -ya se trate de KVM o Xen- simplificará enormemente la posibilidad de correr Linux junto a otros sistemas operativos y las operaciones de migración.
Probablemente se contará con sencillas opciones de ‘corta y pega’ entre aplicaciones de distintos sistemas, utilizando para ello una máquina virtual como contenedor. Dicha flexibilidad irá en aumento.
Por último, la preponderancia de Linux en el segmento servidor continuará reforzándose. Gracias a la virtualización, Linux se utilizará como sistema operativo o como hypervisor de otros sistemas. De nuevo, Xen y KVM compartirán liderazgo, el primero más cerca de la virtualización del hardware.
Sea como fuere, la diferencia entre el Linux actual y del futuro se está gestando según se consolida como plataforma servidor, sistema para equipos portátiles o dispositivos hardware de nueva generación. Pero con la misma idea subyacente: la simplicidad y flexibilidad para el usuario.
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