Al igual que ya sucedió con el Galaxy S6, el nuevo terminal de Samsung llegaría en dos versiones, la normal y la Edge. Montaría un SoC más potente, concretamente un Exynos 8890 o un Snapdragon 820, dependiendo de países y versiones, incrementando la memoria RAM hasta los 4GB de LPDDR4, y su modelo base contaría con 32GB de capacidad de almacenamiento interno, pero eso sí, recuperarán la microSD, manteniendo igualmente tamaños de pantalla y resoluciones, 5,1 o 5,5 pulgadas y 1.440 x 2.560p.
Las baterías serían de mayor capacidad que las de sus predecesores, 3.000 en el caso del Galaxy S7 y 3.600mAh en el Galaxy S7 Edge, y en el caso de las cámaras, contarían con mejoras importantes, pero con resoluciones menores, poniendo fin de esta forma a la guerra por las resoluciones.
Desde luego todas las especificaciones que aparecen en la ficha técnica filtrada parecen creíbles, y tirando un poco de intuición, podemos decir que llegará al mercado en el mes de marzo y que su precio para el modelo base rodaría entre los 500 y 600 dólares.
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