“Poblenou surgió para acoger a los trabajadores de las fábricas”, explica Mercè Piqueras, presidenta de la Asociación Catalana de Comunicación Científica. Sin embargo, con la década de 1960, comienza la desindustrialización de la zona. La Zona Franca se convertía en el nuevo centro de desarrollo industrial y las fábricas empezaron a abandonar Poblenou. El barrio comenzó a descuidarse y a degradarse y no fue hasta treinta años después, gracias a las Olimpiadas de Barcelona de 1992, cuando empezó a recuperarse. Piqueras reconoce que, hasta 1992, nunca pasaba por allí. “Las playas estaban muy descuidadas y sucias y ni siquiera habría sabido cómo llegar hasta ellas”, señala.
La cara humana del plan
El curioso nombre de “22@” se emplea porque, hasta aprobarse su remodelación, en Poblenou se construía bajo la calificación urbanística 22a, que establece un uso exclusivamente industrial en esa zona. El nuevo código, 22@, también incluye la presencia de viviendas, normalizando así la situación de las 4.600 viviendas tradicionales de la zona. El plan contempla rehabilitarlas además de construir 4.000 más, de protección oficial. Teresa es vecina de Poblenou y vive en una fábrica que se rehabilitó para convertirse en un espacio de viviendas. “Vivir en Poblenou es muy agradable porque es un barrio de toda la vida, con comercios pequeños, donde, por ejemplo, conoces al panadero”, señala.
Su vivienda, situada a dos calles de la Rambla del Poblenou, centro neurálgico del distrito, se encuentra a tan solo diez minutos de la playa. Mercé Piqueras, vecina de otro barrio de Barcelona, comparte la misma opinión: “Si trabajase en esa zona estaría encantada de vivir por allí”, explica. Más escéptico se muestra Octavi, empleado del Observatorio de Comunicación Científica, que se encuentra a unos metros de la torre Agbar, en el corazón del nuevo distrito. “Todavía lo veo como un barrio en construcción. Le falta madurar, tanto estructural como socialmente”, señala. En total, hasta septiembre de 2010, se habían construido en la zona más de 1.500 viviendas de protección oficial, según datos de la plataforma 22@.
Ciento ochenta millones de euros de inversión pública. Más de 44.600 nuevos trabajadores, de los cuales la mitad tiene formación universitaria (se prevé llegar a los 150.000). Un plan que fue aprobado por unanimidad en el año 2.000 por todos los grupos políticos. Datos positivos de una revitalización a la que muchos le achacan haber tenido poco cuidado con el patrimonio histórico industrial de la ciudad y prestar poca atención a los ciudadanos. Un indiscutible “ave fénix” industrial, con la renovación urbana y social como asignatura pendiente.
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