En el WSJ lo llaman los ‘Parasitic Power Generators’, y Kedrosky los define como tecnologías capaces de capturar la energía eléctrica generada por la actividad humana que de otro modo se desperdiciaría.
La idea es singular: cada movimiento que hacemos desprende energía que podría reaprovecharse, y algunas empresas ya están experimentando con este principio.
Por ejemplo el grupo holandés Enviu, que está construyendo un club nocturno en Rotterdam cuya superficie de baile convertirá la vibración de los pasos de baile de sus clientes en electricidad. No obstante, el coste de esa superficie y el ahorro que pueden conseguir no parece significativo.
También cita entre sus ejemplos a Larry Rome, un profesor de la Universidad de Pennsylvania que fundó hace poco la empresa Lightning Packs, con la que vende mochilas que generan electricidad a partir del movimiento de quien las lleva. µ
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Blog de Paul Kedrosky
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