Mark Hurd era el CEO de HP, hasta que se descubrió que había sido acusado de acoso sexual por una de sus subcontratadas, la actriz Jodie Fisher. La razón de la salida de Hurd ya no fue únicamente la acusación de acoso – que una investigación interna demostró infundada – sino el hecho de que el directivo cargase a su cuenta de gastos comidas y viajes por entre unos 1.000 y 20.000 dólares. Gastos y comidas que estaban asociados a su relación con Fisher y no a sus funciones como consejero delegado.
Hurd hizo lo que muchos hacen, es cierto, aunque su imagen de sólido, seguro y confiable CEO se vino abajo con el escándalo y a HP no le quedó más remedio que purgarlo. Y eso que había cometido un pecadillo, teniendo en cuenta las terribles acciones de otros consejeros delegados a los que el escándalo empujó fuera de sus sillones de directivos.
Por ejemplo, Ramalinga Raju acaba de salir en libertad condicional de la cárcel india en la que penaba hace menos de una semana. Y eso que su caso sí es de los que más que polvareda levantaron tormentas del desierto. La mala gestión de Raju, a la cabeza de Satyam y cabecilla del que acabó siendo conocido como el Enron indio, estuvo a punto de hundir al sector del outsourcing indio. Satyam era una de las principales compañías del más que emergente outsourcing indio, hasta que se descubrió que sus números de impresión no eran más que el resultado de una doble contabilidad que lanzaba al mundo las campanillas y escondía los números feos.
Satyam se ha reconvertido tras ser adquirida por Mahindra y trata de lavar su imagen. Se convirtió incluso en uno de los patrocinadores del Mundial de Fútbol de Sudáfrica, pero lavar los trapos sucios va a requerir un detergente de acción más duradera.
Contabilidad imaginativa fue también la de Sajay Kumar, CEO de CA, que infló las ventas para conseguir números más bonitos y que fue sentenciado a pagar 800 millones de dólares para expiar semejante pecado. Entre sus agravantes: había autorizado a la empresa a pagar más de tres millones para comprar el silencio de un testigo complicado.
Las cuentas imaginativas también han llevado a uno de los rich-men de la burbuja puntocom a la la cárcel. Bernie Ebbers, de WorldCom, hizo perder a los inversores estadounidenses 100.000 milllones de dólares. Sus mentiras: infló beneficios y ocultó gastos o los disfrazó. Sus méritos: ser hasta Madoff el mayor timador de los Estados Unidos y uno de los malos malísimos del ranking de la revista Time.
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