Con más de 150 millones de usuarios sólo en EEUU que no usan servicios bancarios online, la pérdida de los beneficios en la industria bancaria se estima en 8,3 mil millones de dólares al año, según Javelin Strategie and Research.
Si cerca del 15% podría ser recuperado incrementado el consumo a través de la banca online (lo que significa controlar los ataques de phishing), esto supone alrededor de 1.000 millones en pérdidas de beneficio.
Finalmente, con la llegada de la publicidad online y el explosivo crecimiento de la industria, líderes como Yahoo y Google, proyectan gastar cerca de 19,5 mil millones en 2007 (Fuente: eMarketer) usando la efectividad de la web para relacionarse con los consumidores.
Aunque es difícil obtener datos fiables, algunas fuentes estiman que
la publicidad fraudulenta supone más del 22% (Fuente: Click Fraud Index). Los “registradores de dominios” que se aprovechan registrando variaciones de marcas, se estiman alrededor de 1.000 millones en 2007 (Fuente: Forbes.com), muchas de las cuales están gastando dinero para que alguien más use su propia marca.
Debido a que muchas compañías no están todavía organizadas en torno al comercio online, las repuestas al fraude están organizadas en torno a las áreas tradicionales de legalidad, TI y seguridad.
Algunas compañías tiene más éxito que otras en detener estos ataques, pero sin una unidad de negocio enfocada al comercio online, muchas no podrán permitirse asumir los costes de la protección de su marca para crecer corporativamente.
Combatir este problema multifacético no es fácil y requiere de una vigilancia constante y de herramientas sofisticadas que puedan frenar la sofisticación de los esquemas de emergencia online.